TREINTA Y UN DÍAS DE MAYO – 7

by AdminObra

“Caná, la madre solícita”

Caná está situado en la ladera de una montaña, a unos 12 kilómetros al norte de Nazaret. El signo del agua convertida en vino anticipa la “hora” de Jesús, su glorificación. María está en Caná y está en el Calvario, colaborando en la obra del Señor desde el principio hasta el fin.

Su presencia, materna y solícita, es activa. La liturgia alaba esta presencia: “Dichosa eres Virgen María: por ti realizó tu Hijo el primero de sus signos”.

La Virgen no ha dejado de ejercer esta misión salvadora en favor de toda la Iglesia. Ella sigue intercediendo ante su Hijo, presentándole nuestras necesidades, y diciéndonos, como a los siervos de Caná “Haced lo que El os diga”. María está presente, asimismo, en el banquete de bodas de la Eucaristía, en el que Cristo convierte el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre para ser el alimento de nuestra alegría para sostener nuestras fuerzas, para hacernos gustar la gloria futura.

No podemos amar a María sin ser dóciles a su palabra; sin escuchar y seguir a Jesús. Hacer lo que El nos dice es rechazar todo lo que es contario al Evangelio: el odio, la violencia, las injusticias; y es, a la vez, fomentar todo lo que es conforme a la voluntad del Padre Eterno: la caridad, la ayuda mutua, la defensa de los pobres. como recordaba Juan Pablo II, “no se puede invocar a la Virgen como Madre despreciando o maltratando a sus hijos”.