SEPTIEMBRE, MES DE LA BIBLIA: Cultura Bíblica – 25 Los tres fundamentos de una buena experiencia religiosa

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El primer fundamento es la fe, que surge de un acto de revelación y salvación que Dios realiza en favor nuestro y a este acto se adhiere cada persona libremente.

El anciano Simeón reconoce en aquel pequeño al Mesías esperado al pronunciar estas palabras: “mis ojos han visto tu salvación, la que dispusiste a los ojos de todos los pueblos” (Lc 2,30-31). Sin duda el primer paso en el camino religioso cristiano es aceptar a Jesucristo como redentor e Hijo de Dios. El conjunto de verdades que la comunidad cristiana ha recogido a propósito de nuestra salvación se llama “dogma cristiano”.

El segundo fundamento de la experiencia religiosa que notamos en el relato está expresado en las palabras que Simeón dirigió a la virgen María, a saber: “este Niño está puesto para que muchos caigan y se eleven en Israel, y como un signo que provocará enfrentamientos, para que queden al descubierto las intenciones de muchos…” (Lc 2,34-35)

La llegada de Jesús a este mundo es un fuerte llamado a la conversión de vida. Las costumbres que llevan a la muerte están representadas en la expresión: “puesto para que muchos caigan”. En cambio, el bien obrar está representado en la expresión “para que muchos se eleven”. Pero como también lo enseñó Nuestro Señor, la bondad o la maldad de la vida no radica solamente en los actos externos, sino nace desde las intenciones, por ello también en las palabras de Simeón encontramos la expresión: “para que queden al descubierto las intenciones de muchos”. Al conjunto de normas de comportamiento emanadas de Nuestro Señor Jesucristo le llamamos “moral cristiana”.

El tercer fundamento de la experiencia religiosa es el de los signos por medio de los cuales representamos nuestra relación con Dios. En el relato de este día vemos cómo Jesús, José y María fueron al Templo a cumplir con lo prescrito por la Ley de Moisés, con ello nos demuestran que eran respetuosos de las formas que Dios había pedido a su pueblo para relacionarse con él, a esto se le llama culto. Ahora bien, Jesús inauguró un nuevo conjunto de procedimientos simbólicos por medio de los cuales nosotros expresamos nuestra participación en la Nueva Alianza. Al conjunto de ritos con que vivimos nuestra relación con Dios le llamamos “liturgia cristiana”.