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La veneración de la Sangre de Cristo ha pasado del culto litúrgico a la piedad popular, en la que tiene un amplio espacio y numerosas expresiones.
Entre éstas hay que recordar:
- La “Corona de la Preciosa Sangre de Cristo”, en la que con lecturas bíblicas y oraciones son objeto de meditación “siete efusiones de Sangre” de Cristo, explícita o implícitamente recordadas en los Evangelios: la Sangre derramada en la Circuncisión; en el Huerto de los Olivos; en la Flagelación; en la Coronación de Espinas; en la Subida el Calvario; en la Crucifixión; en el golpe de la lanza.
- Las “Letanías de la Sangre de Cristo”, el formulario actual aprobado por el papa Juan XXIII en 1960, se despliega desde un argumento en el que la línea histórico-salvífica es claramente visible y las referencias a pasajes bíblicos son numerosas.
- La “Hora de Adoración a la Preciosa Sangre de Cristo”, que adquiere una gran variedad de formas, pero con un único objetivo: la alabanza y la adoración de la Sangre de Cristo presente en la Eucaristía, el agradecimiento por los dones de la Redención, la intercesión para alcanzar misericordia y perdón, la ofrenda de la Sangre Preciosa por el bien de la Iglesia.
- El “Vía Sanguinis”, un ejercicio de piedad reciente que, por motivos antropológicos y culturales, ha tenido su origen en África, donde hoy está particularmente extendido entre las comunidades cristianas. En este ejercicio, los fieles avanzando de un lugar a otro como en el Vía Crucis, reviven los diversos momentos en los que el Señor derramó su Sangre por nuestra salvación.