O, ADONAI – Oh, Adonay

by AdminObra

OH ADONAI,
PASTOR DE LA CASA DE ISRAEL,
QUE TE APARECISTE A MOISÉS EN LA ZARZA ARDIENTE,
Y EN EL SINAÍ LE DISTE TU LEY.
VEN A LIBRARNOS CON EL PODER DE TU BRAZO.

Así dice la antífona de este día segundo de las Ferias Mayores de Adviento.

Antífona que nos sitúa en el pasaje de la revelación de Dios a Moisés cuando estaba pastoreando el rebaño de su suegro Jetró.

Esta revelación tuvo lugar en el Horeb, o en el Sinaí, el “monte de Dios”, rocoso, y cercano al desierto de Sin. En esta manifestación divina, Dios se dará a conocer en la persona de Moisés, y le transmitirá a éste su vocación de liberador de su pueblo. Pero Moisés no solo será el liberador del pueblo de Dios, sino que será un legislador para ellos cuando acoja la Ley que el Señor está dispuesto dar para renovar, de este modo, la Alianza (Ex 20, 1-21). Al renovar la Alianza, se renovará la pertenencia de toda la nación judía a Dios como su único Dios y Señor. Esta donación del Decálogo, o de la Ley, y esta renovación de la Alianza, tendrán lugar en el monte santo del Sinaí, después de haber liberado a su pueblo, según su promesa, con “brazo extendido” (Ex 6, 6).

En la manifestación divina, Dios se dará a conocer como “Yo soy el que soy” (Ex 13, 3), o lo que es lo mismo, como Yahveh. Respuesta misteriosa que ha sido la causa de la veneración extremada de los judíos en la historia por el misterioso tetragrama, símbolo del misterio de la vida íntima de la divinidad.

En la Sagrada Escritura, Dios se identifica con su Nombre de tal manera que hablando de El se designa a Sí mismo. Dios se designa nombrándose. Su ser, su esencia, su existencia, evidentemente, su actividad. Esto último es importante. Dios no es sólo el que es, sino el que hace constantemente.

El tetragrama, las cuatro consonantes referidas a Yahveh, esto es, YHWH, dieron lugar a la pronunciación conocida por casi todos de “Jehovah”. Así evitaban pronunciar el sagrado nombre de Dios. Pero antes de esta denominación, Dios fue nombrado por los judíos con la expresión “Elohim”, o “Adonai”, (además de otras expresiones para referirse a El: “El”, “Sadday”), adaptación hebraica de Dios. Adonai, pues, es “Señor”. El judío debería pronunciar Adonai, Señor, en castellano, el Kyrios en griego, el Dominus en el latín de la Vulgata.

Por lo tanto, al pastor, y después liberador, guía, legislador del pueblo judío Moisés, se le rebeló, en una zarza ardiente, la fidelidad y el señorío de Dios. Señorío que vendría a establecer definitivamente en su Hijo. Señorío diverso de cualquier despotismo. Señorío del que rige los destinos del pueblo y de los individuos. Señorío del que domina todo. Señorío que manda a los suyos, que obra los acontecimientos de la naturaleza y de la historia. Señorío por el cual pacta en libertad una Alianza que impone difíciles deberes a su pueblo, pero al que dará gloria y santidad. Señorío, el de Adonai, del que está dispuesto a ayudar a su pueblo, del que está pendiente de su pueblo, y que tiene significación histórico-salvadora.

El Niño Dios, Nuestro Señor, vendrá a grabar la Ley en nuestros corazones con el fuego del Espíritu, y, a librarnos, definitivamente, de la esclavitud el pecado con el brazo poderoso y extendido de la Cruz.