MEDITACIÓN MARTES II CUARESMA (Is 1, 10. 16-20; Mt 23, 1-12)

by AdminObra

Dios rechaza con vehemencia las prácticas cultuales cuando sirven como disfraz de una vida depravada y no fomentan lo que deben “producir” en los fieles que es el cambio del corazón y una vida de humildad y caridad.

Por ello, el profeta Isaías, ante el espectáculo degradante que ve en Jerusalén, compara a la Ciudad Santa con las dos ciudades-tipo de la perversión en la Sagrada Escritura, Sodoma y Gomorra. E incluye en esta comparación terrible a principales y pueblo. Todos, todos han caído en la degradación, excepto un resto que sufre por lo que contempla. Pareciera nuestra sociedad actual, infecta hasta lo más profundo en su mayoría que provoca la conmiseración de una minoría que se resiste a ser engullida por el “discurso oficial dominante”.

Dios transmite por medio de Isaías una llamada al aprendizaje de algo que han olvidado. Deben empezar desde el principio, “aprended a hacer el bien”. Un bien que practicaron y que ahora olvidaron.

También puede ocurrirnos a nosotros. Quizá hubo un tiempo en el que fuimos “buenos”. Se puede volver a ser “buenos”. Pero es como el que tiene que aprender a caminar después de un accidente, cuesta más que los primeros pasos que se dieron en la vida. Rehacer la vida cuesta mucho, pero se puede lograr. El cinismo ante la existencia no debe dominar nuestra mirada y nuestro juicio sobre las cosas y las personas.

Entrando en un camino de bondad y de profunda caridad social hacia “oprimidos, huérfanos, viudas”, tres sectores que representan el culmen de los padecimientos en Israel, también iremos recuperando la ilusión por agradar a Dios. Ayudar… nos ayuda. Nos ayuda a vivir ante Dios.

Nuestro Señor Jesucristo lo deja claro: hay que servir. Ser servidor. Una vida así es ya, de suyo, una vida ascética y humilde. Una vida entendida como servicio a los demás nos preserva de la corrupción moral. Servir es saber vivir. Es vivir acertadamente. Dirigidos por las enseñanzas de Jesucristo, que nos recuerdan los sacerdotes, lograremos otro tipo de ambiente en el que no tiranice el interés egoísta, sino el bien común, es decir, el bien que debe llegar a todos.

Servir es saber vivir. Y vivir bien consiste en servir. Que Dios nos ayude a… vivirlo.