LAS ANTÍFONAS DE LA “O”

by AdminObra

Una característica muy antigua de estos días de preparación a la Navidad es la de las Antífonas “O”, que se llaman así porque todas empiezan en latín con la exclamación “O”, en castellano “Oh”.

También se llaman “antífonas mayores”.

Fueron compuestas hacia los siglos VII-VIII, y se puede decir que son un magnífico compendio de la Cristología más antigua de la Iglesia, y a la vez, un resumen de los deseos de salvación de toda la humanidad, tanto del Israel del Antiguo Testamento como de la Iglesia Santa de Dios del Nuevo Testamento.

Son breves oraciones dirigidas a Jesucristo, que condensan el espíritu del Adviento y la Navidad.

La admiración de la Iglesia ante el Misterio de un Dios hecho hombre: “¡Oh!”. Admiración, pero también comprensión, pues somos introducidos en este Misterio.

Y la súplica urgente: “¡Ven!”.

Cada antífona empieza por una exclamación, “Oh”, seguida de un título mesiánico tomado del Antiguo Testamento, pero entendido con la plenitud del Nuevo Testamento. Es una aclamación a Jesús el Mesías, reconociendo todo lo que representa para nosotros. Y termina, como ya se dijo, con una súplica “¡Ven!”, no tarde más.

O, Sapientia, que corresponde con Sabiduría, Palabra…

O, Adonai, que corresponde con Señor.

O, Radix, que corresponde con Renuevo de Jesé, el padre de David.

O, Clavis, que corresponde con David, que abre y cierra.

O, Oriens, que corresponde con Oriente, Luz, Sol…

O, Rex, que corresponde con Rey.

O, Emmanuel, que corresponde con Dios con nosotros.

 

Leídas en sentido inverso las iniciales latinas, es decir: E – R – O – C – R – A – S, resulta el acróstico “ERO CRAS”, que significa en latín “Seré mañana”, o lo que es lo mismo, “Vengo pronto”, que es como la respuesta que el Señor envía a las súplicas de los cristianos.