La segunda parte del Adviento la constituyen los días 17 al 24 de diciembre, las “ferias privilegiadas” que preparan próximamente la Navidad.
Se puede llamar a estos días la “semana santa” de la fiesta de Navidad.
En estos días se encuentran una serie de textos llenos de riqueza bíblica y de lirismo tanto en las oraciones del Misal como en la Liturgia de las Horas.
En la proclamación del Evangelio nos encontramos con los preparativos del Nacimiento de Jesús, en San Mateo y en San Lucas.
Al mismo tiempo, van apareciendo las “anunciaciones” a María y a José.
Paralelamente con los preparativos del Nacimiento del Señor, será proclamado el nacimiento de San Juan Bautista.
Las primeras lecturas están pensadas como acompañamiento previo a los Evangelios, que ya hemos comentado, con las profecías y los episodios que mejor nos preparan para entender el Misterio del Mesías prometido.
Estos días tienen un entrañable color mariano. La Virgen María es el mejor símbolo de la Iglesia que celebra la venida de Cristo, y la mejor Maestra de la espera de Adviento, de la alegría acogedora de la Navidad y de la manifestación de la Epifanía.
El último domingo de Adviento, el IV, la centralidad recaerá plenamente en la Santísima Virgen María.