256
Se celebra el misterio del Cenáculo que mira hacia la Cruz y la Resurrección. Jesús anticipa su oblación en perspectiva de victoria. Instituye el memorial de su sagrada pasión. La Iglesia cumple el memorial de este misterio ritualizando la proclamación de las palabras de Jesús, sus gestos, la celebración eucarística y permaneciendo en adoración de su presencia eucarística.
Hay cuatro elementos fundamentales de esta celebración:
- La liturgia de la Palabra: En la Primera Lectura (Ex 12, 1-8, 11-14) se recuerda el ambiente pascual en el que se ha desarrollado también la Cena de Jesús y el carácter pascual de su inmolación. La Segunda Lectura (1Cor 11, 23-26) nos habla de la Institución de la Eucaristía en clima de hermandad. El Evangelio (Jn 13, 1-15) nos introduce en el Cenáculo donde las palabras del Maestro tienen su realización en el Lavatorio de los pies.
- El Lavatorio de los pies: se ritualiza el gesto apenas leído el Evangelio para expresar el sentido de “kénosis” y de caridad que es característico en Jesús.
- La liturgia eucarística: en la plegaria, las palabras de la consagración proponen el “hoy” del canon romano, extendido ahora a las otras plegarias, para actualizar el memorial de la institución de la Eucaristía en “este día”.
- La reserva del Santísimo Sacramento: el gesto de conservar las especies eucarísticas para la comunión del Viernes Santo y la tradición popular de la veneración del Santísimo se transforman en un momento altamente significativo de profesión de fe, de adoración de la presencia continua del Señor en su Iglesia. Todo se realiza con solemnidad en la reserva, con sobriedad en la continuación de la adoración.