Hoy, 23 de noviembre, la Iglesia celebra a…

by AdminObra
  1. San CLEMENTE I, papa y mártir, tercer sucesor de San Pedro. Escribió una espléndida Carta a los Corintios. (s. I).
  2. Santa FELICIDAD, mártir, en Roma. (s. Inc.).
  3. Santa MUSTIOLA, mártir, en la Toscana italiana. (s. Inc.).
  4. Santa LUCRECIA, mártir, en Mérida. (306).
  5. San SISINIO, obispo y mártir, en el Helesponto, actual Turquía. Que murió a espada bajo la persecución de Diocleciano. (325).
  6. San ANFILOQUIO, obispo. En Licaonia, actual Turquía. Fue compañero en el desierto de los Santos Basilio y Gregorio. Esclarecido en santidad y doctrina. Libró muchas batallas en favor de la fe. (395).
  7. San SEVERINO, en París. Quien, recluido en una celda, se dedicó a la divina contemplación. (s. VI).
  8. San GREGORIO, obispo, en Agrigento, Sicilia. Que explicó los libros sagrados para aclarar al pueblo llano las cosas difíciles. (638).
  9. San TRUDÓN, presbítero, en Brabante, actual Bélgica. Dio todos sus bienes a la iglesia de Metz, y allí edificó un monasterio. (695).
  10. Beata MARGARITA de SABOYA, viuda y religiosa. En la región del Piamonte, en Italia. Se entregó a Dios en el monasterio de la Orden de Predicadores, que ella había fundado. (1464).
  11. Santa CECILIA YU SO-SA, mártir, que, siendo viuda y muy anciana, en Seúl, Corea, fue despojada de sus bienes por los que odiaban la fe, y encarcelada. Murió azotada. (1839).
  12. Beato MIGUEL AGUSTÍN PRO, presbítero jesuita y mártir, en Guadalupe, en México, que, durante la persecución contra la Iglesia, como si fuera un facineroso fue condenado sin juicio a muerte. (1927).
  13. Beata MARÍA CECILIA CENDOYA Y ARAQUISTAIN, virgen de la Orden de la Visitación y mártir. Durante la persecución religiosa en Madrid, se entregó voluntariamente al ver que sus hermanas de congregación habían sido apresadas. Todas fueron fusiladas (1936).

Hoy destacamos a:

San COLUMBANO, nacido en Irlanda en 543. En su familia recibió una sólida educación cristiana.

A los veinte años dejó su patria y se confió a la dirección de Sinell, de una comunidad religiosa al Norte de Irlanda. Profundizó en la lectura de la Biblia y compuso un comentario a los Salmos y a algunos textos litúrgicos. Buscaba con ahínco la santidad.

Más tarde entró en el Monasterio de Benechor, en Bangos, en el Ulster. Fue ordenado sacerdote. Pasó muchos años dedicado a la oración, al estudio y a la penitencia, y después, con doce compañeros, emprendió una peregrinación al continente. Llegaron a Bretaña en 590.

La Galia ya se había convertido al cristianismo. Pero Columbano y sus compañeros que estaban acostumbrados a una vida dura predicaron el Evangelio con más fuerza.

El Rey los admiraba por el ascetismo característico de los monjes irlandeses.

Crearon un eremitorio en un lugar en ruinas donde se les unió gente.

En 592 fueron a Luxeuil, donde Columbano permaneció veinte años. Pronto fue un lugar de irradiación de la vida monástica irlandesa. Renovaron la praxis penitencial, introduciendo la confesión y la penitencia privadas.

Los obispos de la zona reaccionaron por la introducción de las prácticas insulares. Columbano escribió al papa para defenderse.

Se enfrentó también al rey por su vida privada, lo que le valió el exilio.

Quisieron volver a Irlanda. Pero la nave fue desviada por los vientos y llegaron a Metz. Se adentraron hasta llegar cerca del Lago Zurich. Allí se reunieron con otros compañeros de Luxeuil.

Su intransigencia con las prácticas paganas de los alemanes le valió exiliarse hacia otros lugares, y así varias veces, hasta que llegaron cerca de Milán. Allí serían acogidos por los lombardos.

En Italia, fundó el Monasterio de Bobbio, donde vio florecer una exuberante vida monástica. Le tocó intervenir en querellas contra los arrianos y en conflictos locales con el papa Bonifacio IV, con lo que tuvo ocasión de ratificar su adhesión al Santo Padre.

Allí fallecerá en 615.