Consideración sacerdotal
“Una manifestación ulterior de ponerse el sacerdote frente a la Iglesia, está en el hecho de ser guía, que conduce a la santificación de los fieles confiados a su ministerio, que es esencialmente pastoral.
Esta realidad, que ha de vivirse con humildad y coherencia, puede estar sujeta a dos tentaciones:
- Ejercer el propio ministerio tiranizando a su grey;
- Tener una incorrecta concepción de “comunidad” que desfigure la configuración con Cristo, Cabeza y Pastor.
La primera se identificaría con una actitud de querer “ser servido”, y la segunda con el “democratismo”. Ni el sacerdote debe “endiosarse”, ni el laicado debe “clericalizarse”.
Por lo tanto, a nadie le es lícito cambiar lo que Cristo ha querido para su Iglesia. La Iglesia está íntimamente ligada a su Fundador y Cabeza, que es el único que le da ministros al servicio de sus fieles. Al Cristo que llama, consagra y envía a través de los legítimos Pastores, no puede sustraerse comunidad alguna ni siquiera en situaciones de particular necesidad, situaciones en las que quisiera “darse” sus propios sacerdotes de modo diverso a las disposiciones de la Iglesia”.
(Directorio para el ministerio y vida de los presbíteros).