Consideraciones sobre los novísimos – 8

by AdminObra

Hoy ofrecemos a consideración personal las enseñanzas del recientemente fallecido profesor D. Aurelio Fernández recogidas en uno de sus últimos libros “Teología Dogmática. Curso fundamental de la fe católica” publicado en la BAC 2009.

A través de su estilo moderado y de su prudencia teológica, y siempre desde la fidelidad al Magisterio de la Iglesia, enriqueciéndose con el conocimiento profundo de los grandes maestros de la Teología y de los pensadores incluso más actuales, intentaremos acercar al lector al misterio de nuestra de la resurrección de la carne que Aurelio Fernández intenta enseñar desde su Dogmática.

“Es una cuestión, la resurrección de la carne, difícil de explicar, y, sin embargo, es una verdad dogmática, la cual, además de ser explícitamente subrayada en el cristianismo, es determinante para la fe cristiana. Ahora bien, la resurrección del cuerpo es una exigencia de la visión cristiana del hombre la cual define al hombre como cuerpo y alma.

Por lo que, si el cuerpo no resucita, no se alcanza la vida futura de la persona.

Pero, ¿cómo puede llevarse a cabo la resurrección de un cuerpo humano, convertido en polvo o transformado en carne de un animal, o corrompido y pulverizado, cuyas cenizas se han esparcido hasta confundirse con otros elementos de la naturaleza? ADELANTEMOS que se trata de una transformación original y milagrosa, en la que interviene el poder de Dios, de modo que carecemos de las imágenes, del lenguaje y de los conceptos adecuados para expresarla.

La teología ha negado siempre dos soluciones espontáneas y populares:

  1. Idear la resurrección como un “resurgir” el esqueleto o de unos huesos que se revisten de carne, o reconstruir el cuerpo rebañando los diversos restos del cuerpo.
  2. Concebir la resurrección como una nueva recomposición del organismo a partir de una pequeña partícula o resto del cadáver.

Es preciso afirmar que la resurrección es un misterio y que nunca podremos imaginar cómo se llevará a cabo. No obstante, la teología pretende razonar algún tipo de acercamiento al misterio de la resurrección de la carne pues será el “mismo cuerpo”, pero no del “mismo modo”. Mismo cuerpo, diverso modo. En todo caso, en síntesis, la resurrección de la carne, más que una “recomposición de miembros o de cenizas”, será una “recreación maravillosa del ser corporal del hombre”, ideada y llevada a cabo por el poder de Dios.

No se tratará de una simple vuelta a la vida, sino de una TRANSFORMACIÓN MISTERIOSA y MARAVILLOSA tal, que se escapa a la figuración real de nuestro entender, pero siempre según el modelo de la resurrección de Jesucristo, cuerpo gloriosamente transformado.

San Pablo dejó, finalmente, escrito que el cuerpo resucitado corresponderá a un cuerpo espiritual. Del mismo modo, dijo San Pablo, hay un cuerpo animal, también lo hay espiritual”.