Consideraciones sobre los Novísimos – 13

by AdminObra

En esta ocasión volvemos a acudir a la maestría de Michael Schmaus del que entresacamos el tema de la muerte y la Unción de los Enfermos. En el texto que ofrecemos, él la denomina “Extremaunción”, la manera clásica como se denominaba a este Sacramento, y que todavía conservan muchos fieles, aún no había tenido lugar el Concilio Vaticano II. Conservaremos el nombre, pero nosotros, recomendamos, debemos hacer el esfuerzo de pensar en la denominación actual.

“Muy pocos hombres se liberarán de la purificación después de la muerte. Entre las excepciones tal vez se pueda contar a quienes recibieron la extremaunción con una disposición incondicional para la muerte.

(…).

Tal vez se pueda decir que la extremaunción borra, en medida para nosotros desconocida, los pecados y reliquias de los pecados. A la vez consagra al hombre para la muerte, de forma que lo capacita para unirse íntimamente con el Señor muerto en la Cruz y ahora glorificado y para aceptar penitencialmente la propia muerte en Cristo. Esta muerte aceptada en comunidad con Cristo y en plena entrega a Dios, para la que prepara al hombre la extremaunción, borra las dificultades que impidan al hombre la inmediata entrada en el Cielo. Sin embargo, aunque podamos conceder una fuerza tan amplia a la extremaunción, sigue siendo cierto que la mayoría de los hombres necesitan una purificación después de la muerte.

Sólo cuando el amor penetre hasta lo más íntimo y hondo de la persona humana se liberará totalmente el hombre de los pecados y de todo lo que les pertenece”.