Una somera y superficial reflexión del DOMINGO, como día del Señor, puede ser expuesta desde diferentes puntos de vista. Los nombres que se le dan a ese día, y los aspectos que se tienen en cuenta. Los iremos viendo en los próximos días.
Desde los “nombres”, diremos que el DOMINGO tiene un sentido de plenitud en la variedad de nombres con los que nos referimos a ese día.
Es el mismo sentido que expresan los nombres en las lenguas modernas que conservan su significado original cristiano: DOMINGO, DÍA DEL SEÑOR; otros mantienen cierta huella de su raíz pagana: DÍA DEL SOL; otros expresan más claramente el misterio pascual: DÍA DE LA RESURRECCIÓN; y, otros, su sentido de reposo festivo. En todos estos aspectos hay una variada y rica enseñanza litúrgica cristiana.
El primero nombre que comentaremos es:
EL DÍA PRIMERO: expresión bíblica y patrística que da al domingo el pleno simbolismo y significado de la Creación y de la Nueva Creación (que se da por la Resurrección), según textos de San Justino (s. II). También es expresión manida por el Pseudo-Eusebio de Alejandría, a saber, “En este día el Señor ha comenzado las primicias de la creación del mundo; y el mismo día El ha dado al mundo las primicias de la Resurrección”. Es una teología que expresa un aspecto característico de la Pascua como “re-capitulación” y nueva creación. A nivel pastoral, tendría que significar en la conciencia de los cristianos que es el día con el que se empieza la nueva semana, con las primicias recibidas del Señor y ofrecidas a El en la Santa Misa.
El próximo día, Dios mediante, consideraremos el domingo como el “octavo día”. Hasta la próxima.