Consagración a San José – Día 30

“San José, Consagración de esclavitud Josefina”

by AdminObra

Consagrarse a San José es hacer algo sagrado. Y hacer sagrado algo o alguien. Por ejemplo, consagrar un cáliz, es dedicarlo única y exclusivamente para la Santa Misa.

Igualmente, cuando nos consagramos es para dedicarnos sólo para Dios. Entregarnos solo a Dios. Totalmente. Sin límites, ni reservas. Ser del Señor, en la vida, y para la muerte. Eso nos ha pasado a los cristianos desde nuestra consagración bautismal. Somos del Señor.

Pero si el cáliz consagrado lo uso para beber un refresco cometo un acto terrible. Lo profano. Del mismo modo, si nos vivimos para Dios, nos profanamos.

Pero… ¿por qué consagrarse en “esclavitud”? El Bautismo nos hace hijos. Pero, ¿nos hace libres? De un hombre podríamos llegar a ser esclavos. Pero de Dios no. Porque Dios es la Verdad, y es Bueno. Y es nuestro Padre. La “esclavitud”, palabras de San Juan Pablo II, significa que dependo, y quiero depender, totalmente de Dios. Y así lo reconozco. Y lo reconozco con agrado. Sin dolor. Sino con alivio y esperanza. Y expreso una total confianza en Dios. En este caso, pues, la “esclavitud”, paradójicamente, se vuelve absoluta libertad. O, dicho de otro modo, si mirar a la serpiente de bronce en el desierto salvó del efecto de las mordeduras de serpientes, si la Muerte de Cristo “mató” la muerte, la esclavitud mata todas las falsas dependencias para hacerme pleno.

Pero, ¿nos consagramos a Dios, o a las criaturas…? Nos consagramos a Dios. Pero lo hacemos, en esta ocasión, por medio de San José. Igual que acudimos a su intercesión cuando vamos a Dios. Por ser el esposo de María y el padre de Jesús, San José lo puede todo. A él, Dios le confió al Verbo encarnado, y María, llena de Gracia, para que los custodiase y los protegiese. Por este motivo, el Beato Pío IX lo declaró patrono de la Iglesia Universal, hace 150 años. Del mismo modo que libró al Niño Dios de tantos peligros, San José librará a la Iglesia de tanta asechanza. Por eso, la consagración la haremos a él para “nos asista propicio, desde el cielo” este “fortísimo libertador nuestro, en esta lucha contra el poder de las tinieblas”.