CONOCE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (DSI) – 2

by AdminObra

EL PUEBLO DE DIOS

  1. ¿Qué poderes tienen el Papa y los Obispos?

El Papa y los Obispos unidos al Papa, por expreso designio divino, tienen el poder de Magisterio, para enseñar el Evangelio a todas las personas, sin distinción de sexo, raza, nación o lengua; poder de orden, para santificar con la gracia de los Sacramentos a todas las almas; y poder de jurisdicción o gobierno, para guiar a todos hacia Dios, mientras haya hombres saobre la Tierra, hasta la consumación de los tiempos.

  1. ¿Cuál es la misión de los sacerdotes?

La misión de los sacerdotes –personas sagradas- es, en todos los actos de su vida, la de servir al Pueblo de Dios como vínculos de unidad, predicando el Evangelio, administrando los Sacramentos y llevando a Dios las almas que se les encomiende, en una manifestación plena con los Obispos y el Papa, sin interferir en las actividades estrictamente temporales, que corresponden específicamente a los laicos.

Cuando el sacerdote debe desempeñar alguna actividad laboral o asistencial, por razones de supervivencia, caridad o suplencia, deberá atenerse a las normas del Derecho canónico vigente.

  1. ¿Qué misión corresponde a los religiosos?

A los religiosos, personas públicamente consagradas para vivir en común apartados del mundo –con vocación de obediencia, castidad y pobreza, tantas veces bendita y protegida por el silencio y la estabilidad de sus monasterios y conventos-, corresponde la misión de servir a las almas, mediante el cumplimiento de los fines apostólicos de sus órdenes o congregaciones, sin interferir nunca en las actividades estrictamente temporales, a las que han renunciado para siempre por amor a Dios, para una más abundante santidad de la Iglesia y para mayor gloria de la Trinidad.

  1. ¿Qué misión compete a los laicos?

A los laicos compete, por vocación divina y derecho propio, la misión de ordenar las cosas temporales del mundo según el querer de Dios, en el ejercicio de la libertad personal de cada uno, y asumiendo responsablemente las consecuencias, sin comprometer para nada a la Iglesia.