El pueblo hebreo sufre en el desierto por falta de agua, y, presa del desaliento como en otras circunstancias, se lamenta y reacciona de modo violento. Llega a rebelarse contra Moisés; llega casi a rebelarse contra Dios. El autor sagrado narra: “Habían tentado al Señor diciendo: “¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?”. El pueblo exige a Dios que salga al encuentro de sus expectativas, más que abandonarse confiado en sus manos, y en la prueba pierde la confianza en El. ¡Cuántas veces esto mismo sucede también en nuestra vida! ¡En cuántas circunstancias, más que conformarnos dócilmente a la voluntad divina, quisiéramos que Dios realizara nuestros designios y colmara todas nuestras expectativas! ¡En cuántas ocasiones nuestra fe se muestra frágil, nuestra confianza débil y nuestra religiosidad contaminada por elementos mágicos y meramente terrenos!
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