Hoy hablaremos de la película italiana “El árbol de los zuecos”, del año 1978.
Es una película cargada de premios como la Palma de Oro de Cannes, el David de Donatello en Italia, el Premio César en Francia, el BAFTA en el Reino Unido, y otros más.
Es…un semidocumental. Muestra la vida rural, campesina de finales del siglo XIX. Una especie de reportaje con interpretaciones. Los actores, creo recordar, eran paisanos de la campiña de Bérgamo.
Película larguísima. Son tres horas que, sin embargo, transcurren como la vida misma que se nos está mostrando, paulatinamente, sin prisa y sin pausa.
Película deliciosa en la que encontramos reconocidos muchos aspectos que escuchamos a nuestros padres de la vida cotidiana en el campo, del sentido de familia, de comunidad, de unión, de fe. Es como una nostalgia. En medio de la dureza, de la austeridad se descubre lo que comúnmente se caracteriza como “gente sana”, esto es, limpia, noble, honrada, temerosa de Dios, respetuosa, abierta, trabajadora. Ajenos a veleidades y aspavientos tal como se ve en el último cuarto del film. Gente sencilla y centrada. Con tantos momentos memorables, como el sermón del párroco en la festividad parroquial, con los monaguillos sentados en el presbiterio. También con miserias propias de la condición humana. Y con la dureza del patrón, tal como se puede observar al final, que deja un poso agriado.
Película que puede hacernos replantear muchas cosas. Que puede hacernos cuestionar si de verdad ha mejorado la vida del ser humano. Sólo hay que observar la realidad. Vida pobre y dura, ciertamente, la que se nos muestra, y llamada a mejorar. Pero…las personas, sus valores, sus historias que cuentan entre sí, previas al rezo del Rosario…los niños escuchando, admirando, los hombres rezando con piedad, los novios que se quieren con un amor limpio.
La enseñanza podría ser… ¿en qué consiste disfrutar la vida? ¿En una ausencia total de incomodidades? ¿En una ausencia de dolor y de enfermedades, por ejemplo? ¿O en estar todos juntos para hablar, escuchar historias, reír, rezar, acompañar el duelo… en definitiva, para ser considerados “gente sana, gente de antes”?