TREINTA Y UN DÍAS DE MAYO – 16

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“MADRE DE LA IGLESIA”

El papa Pablo VI, en 1964, declaró a María “Madre de la Iglesia”, esto es, de todo el pueblo cristiano, tanto de los fieles como de pastores, que la llaman “Madre amorosísima” y determinó que, en adelante, todo el pueblo cristiano, con este nombre gratísimo, honre más todavía a la Madre de Dios.

En 1981, Juan Pablo II bendijo el mosaico de la “Madre de la Iglesia”. Momentos antes de bendecir la imagen, el papa manifestó el deseo de que todos los que vayan a la Plaza de San Pedro eleven hacia Ella la mirada, para dirigirle, con sentimiento filial confianza, el propio saludo y la propia oración.

María y la Iglesia son realidades que se iluminan mutuamente, como se ha puesto de relieve en el Concilio Vaticano II. La Virgen, al dar a luz a Cristo, preparó el nacimiento de la Iglesia. Junto a la Cruz, fue proclamada como Madre nuestra. En Pentecostés, se convirtió en modelo de la Iglesia suplicante. Desde su Asunción a los Cielos, acompaña con amor materno a la Iglesia peregrina.