V/. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R/. Amén.
Mt 2, 19-23
Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo a José en Egipto y le dijo: “Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño”. Se levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a la tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y avisado en sueños se retiró a Galilea, y se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los profetas, que se llamaría nazareno.
– ¡Glorioso San José, que viste con admiración, sujeto a tus órdenes, al Rey del Cielo! tu gozo fue turbado al regresar de Egipto por el miedo a Arquelao, pero, al ser asegurado por el ángel, viviste tranquilo con Jesús y María en Nazaret.
– Por este dolor y gozo alcánzanos la gracia de vernos libres de temores nocivos, y gozando de la paz de conciencia, vivamos seguros con Jesús y María y muramos en su compañía.
– Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
V/. Sé siempre, San José, nuestro protector.
R/. Que tu espíritu interior de paz, de silencio, de trabajo y oración, nos ayude, con María, la Madre de Jesús, a cumplir fielmente nuestra misión en la Iglesia.
V/. Ruega, por nosotros, San José.
R/. Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oremos:
Dios todopoderoso, que confiaste los primeros misterios de la salvación de los hombres a la fiel custodia de San José; concédenos, te rogamos, lo que, fiados en su poderosa intercesión, humildemente, te pedimos. Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.