SEPTIEMBRE, MES DE LA BIBLIA:

by AdminObra

 Cultura Bíblica – 19 ¿Por qué Jesús dijo: ‘El que no está contra nosotros está a nuestro favor’?

Hay un pasaje que se encuentra dentro de la parte del Evangelio en que el Señor iba de camino hacia Jerusalén. El camino hacia Jerusalén inició cuando los discípulos reconocieron a Jesús como el Mesías y por primera vez el Señor les anunció su Pasión, Muerte y Resurrección (Mc 8,27-9,1).

El Señor Jesús sabía que en la mente y el corazón de sus discípulos anidaban muchas formas de pensar y de motivaciones que no son compatibles con el Evangelio. Por ejemplo, llamó seriamente la atención a Simón Pedro por tratar de disuadirlo de que no se encaminara a Jerusalén para padecer, morir y resucitar. Jesús llamó a Pedro, Satanás, porque no pensaba como Dios sino como los hombres (Mc 8,33).

En otro momento se percató Jesús que los discípulos discutían sobre quién era el primero entre ellos y les dijo que aquel que quisiera ser el primero debería hacerse el último y el servidor de todos (Mc 9,35).  La anécdota del día de hoy está dentro de la misma tónica: confrontar una mentalidad de grupo cerrado, una mentalidad elitista con respecto a la fe y a los dones de Dios.

Un acontecimiento comparable a éste se nos narra en el libro de los Números (11,25-29), donde dicen que Josué sugirió a Moisés que les prohibiera a dos ancianos profetizar, Moisés respondió a esta sugerencia: “yo más bien desearía que todos en Israel profetizaran”.

El apóstol Juan refiere a Nuestro Señor que prohibieron al hombre que expulsó un demonio en su nombre, volverlo a hacer ya que no andaba con ellos, esta es la mentalidad elitista. Jesús se opuso rotundamente diciendo: “no se lo prohíban, ya que no hay alguien que haga milagros en mi nombre y luego hable mal de mí. Todo el que no está contra nosotros, está a nuestro favor”.

Una gran tentación dentro de los servidores de Dios, sean sacerdotes o profetas es hacerse corresponsales únicos de Sus beneficios, o convertirse en el criterio sin el cual nadie puede hacer algo. Jesús no fue así y no quiso que los suyos se convirtieran en ese tipo de personas.

El poder de atar y desatar de ninguna manera excluyó a los demás para recibir de parte de Dios el don de realizar acciones y signos salvíficos.