SANTORAL

by AdminObra

Hoy, 4 de octubre, la Iglesia celebra a:

  1. San PETRONIO, obispo. Emilia-Romaña. Pasó de las responsabilidades políticas a la función sacerdotal, y enseñó con sus escritos y su ejemplo la realidad del oficio episcopal. (450).
  2. San QUINTÍN, mártir. Galia Turonense. (s. VI).
  3. San ÁUREZ, abadesa. París. Designada por San Eloy para regir el monasterio que había fundado dentro de la ciudad según la Regla de San Columbano, en el cual llegaron a vivir trescientas vírgenes. (856).
  4. San FRANCISCO de ASÍS, religioso y fundador. Umbría. Después de una vida despreocupada, se convirtió en Asís. Encontró a Cristo en pobres y necesitados. Instituyó los Hermanos Menores, y viajando predicó el amor de Dios a todos y llegó incluso a Tierra Santa. Murió recostado sobre la tierra. (1226).
  5. Beato ENRIQUE MORAL PELLICER, presbítero y mártir. Valencia. Martirizado durante la persecución religiosa en España. (1936).
  6. Beato JOSÉ CANET GINER, presbítero y mártir. Gandía. Martirizado durante la persecución religiosa en España. (1936).
  7. Beato ALFREDO PELLICER MUÑOZ, religioso y mártir. Valencia. Franciscano. Martirizado durante la persecución religiosa en España. (1936).

Hoy recordamos especialmente a BEATO FRANCISCO JAVIER SEELOS

Nació en 1819 en Baviera, Alemania.

Desde muy niño deseaba ser sacerdote y en 1842, tras concluir sus estudios de filosofía ingresó en el seminario diocesano.

Conoció a los misioneros redentoristas, y decidió solicitar el ingreso en esta congregación. Quería ponerse al servicio de los inmigrantes de lengua alemana en Estados Unidos.

Fue recibido por los Padres Redentoristas en 1842. Al año siguiente se desplazó a los Estados Unidos.

En 1844, terminado el noviciado y completados sus estudios de teología, recibió la ordenación de presbítero.

Trabajó durante nueve años en Pittsburgh, Pennsylvania, siendo vicepárroco de San Juan Nepomuceno. Allí predicó misiones en distintas poblaciones.

Fue después párroco durante tres años, y superior de la comunidad redentorista. Fiel a su vocación llevó un estilo de vida muy sencillo.

En 1854 fue trasladado a Baltimore, en 1857 a Cumberland, y en 1862 a Annapolis, ocupándose siempre del servicio parroquial y entregándose a la formación de los futuros redentoristas.

En 1860 fue propuesto para obispo de Pittsburg, pero pidió al Papa Pío IX que lo dispensara de este cargo.

Aceptada la renuncia, desde 1863 a 1866 se dedicó a ser misionero itinerante predicando en inglés y en alemán en muchísimos pueblos y ciudades.

En 1866, fue destinado a la comunidad redentorista de Nueva Orleáns, ejerciendo también de párroco.

Como en toda su actividad apostólica y vida comunitaria, se distinguió por su alegría, disponibilidad y sensibilidad a las necesidades de la gente y de los más pobres.

Después de haber visitado a las víctimas de una epidemia de fiebre amarilla, resultó contagiado falleciendo a las pocas semanas en 1867.