SANTORAL

by AdminObra

 

Hoy, 1 de octubre, la Iglesia celebra a:

Hoy recordamos especialmente a SANTA TERESA del NIÑO JESÚS y de la SANTA FAZ

Hija de los beatos Luis Martin y María Celia Guerin, María Francisca Teresa Martín nació en Alençon, Normandía en 1873.

Era una familia numerosa y muy cristiana.

A los cuatro años falleció su madre. La niña fue especialmente cuidada por su hermana Paulina.

En 1877 el padre y las cinco hijas se trasladaron a Lisieux, para estar con unos familiares.

María, la hermana mayor de Teresa, ingresó en el Carmelo de Lisieux en 1886. Allí ya estaba la segunda hermana, Paulina.

Lo mismo que sus hermanas, Teresa deseaba ser carmelita, pero como sabía que contando solo 15 años debían hacer una excepción, se dirigió al abate Delatroëtte. Éste le dijo que debía esperar a la mayoría de edad.

Teresa tuvo la oportunidad de peregrinar a Roma con su padre y al ser recibidos los peregrinos por el Papa León XIII, Teresa le pidió entrar en el Carmelo con 15 años. El papa le dijo “Entrarás si Dios quiere”.

De regreso a Lisieux, como seguía insistiendo en su deseo, la comunidad consideró su deseo y votaron afirmativamente en favor de su ingreso. Ingresó en 1888. Recibido el hábito en 1889, pasó a llamarse Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz.

A lo largo de su noviciado, Teresa se esforzó por llegar a ser una verdadera carmelita, por la obediencia y la caridad.

Desde 1890 leyó asiduamente las obras de San Juan de la Cruz, de gran provecho para su vida espiritual.

En 1891 hizo su profesión solemne en la Orden del Carmelo e, integrada la comunidad, la nombraron ayudante de sacristía.

En 1893, Teresa tuvo la agradable sorpresa de que su hermana Paulina, que en el convento era Inés de Jesús, fuese elegida priora.

Ésta conociendo la grandeza espiritual de su hermana, la nombró asociada a la formación espiritual de las novicias. A pesar de ser nombrada portera, siempre viviría en el noviciado.

En 1894, Teresa, con 21 años, alcanzó la mayoría de edad y, para homenajear a su hermana priora, escribió su primera “recreación piadosa” sobre la vida de Santa Juana de Arco.

En 1894 falleció su padre. Celina, su otra hermana, decidió ingresar en el Carmelo. Sería Sor Genoveva.

Ya desde 1893 fue escribiendo sus recuerdos de infancia.

En 1896 sería la nueva priora Sor Genoveva que mantendría a su hermana en el noviciado.

En ese año, en la noche de Viernes Santo, Teresa tuvo su primera hemotipsis.

Quiso ser enviada a un Carmelo en Vietnam tras la lectura del martirio de Teófanes Vénard. Su salud había mejorado en algo. Pero recaería.

En 1897 la tuberculosis se hizo más patente y su hermana priora le ordenó que prosiguiera su autobiografía, con la que Teresa redactó el llamado “manuscrito C”.

Además de las narraciones autobiográficas, de Teresa se conservan un buen número de cartas, más de medio centenar de poesías, oraciones y escritos diversos, en los que se percibe su verdadero deseo de santidad, su apasionado amor al Señor, y consciente de su pequeñez, su plena confianza y abandono en El.

En el verano recibiría la Santa Unción, y la última Comunión. Poco a poco entraría en agonía sin perder nunca la claridad mental hasta que entregó su alma a Dios.