SANTORAL

by AdminObra

Hoy, 15 de julio, la Iglesia celebra a:

  1. Santos EUTROPIO, ZÓSIMA y BONOSA, mártires. Porto Romano. (s. IV).
  2. San FÉLIX, obispo y mártir. Cartago. Atravesado con una espada por no querer que se quemasen los libros de la Sagrada Escritura. (303).
  3. Santos CATULINO, diácono y mártir, y COMPAÑEROS, mártires. Cartago. (303).
  4. Santos FELIPE y DIEZ NIÑOS, mártires. Alejandría de Egipto. (s. IV).
  5. San ABUDEMIO, mártir. Costa del Helesponto. (s. IV).
  6. San SANTIAGO, obispo. Nísibe, Mesopotamia. Intervino en Nicea y dirigió su rebaño en paz, alimentándolo espiritualmente y defendiéndolo con energía de los enemigos de la fe. (338).
  7. San PLEQUELMO, obispo. Mosa, Holanda actual. Nació en Northumbría, dedicó su vida a anunciar a muchos las riquezas de la fe en Cristo. (713).
  8. San GUMBERTO, abad. Ansbach, Franconia. Fundó un monasterio en una casa de campo de su propiedad. (790).
  9. San JOSÉ, obispo y mártir. Tesalia, Grecia. Obispo de Tesalónica. Hermano de San Teodoro Studita. Durante su vida de monje compuso numerosos himnos, y promovido al episcopado, pronto tuvo que sufrir muchas y ásperas dificultades por defender la disciplina eclesiástica y el culto de las sagradas imágenes, tras lo cual fue relegado al exilio de Tesalia, donde murió de hambre. (832).
  10. San ATANASIO, obispo. Nápoles. Después de haber sufrido por las insidias de su sobrino Sergio, fue expulsado de su sede episcopal y sumido en tribulaciones murió en Véroli, país de los Hérnicos. (872).
  11. San VLADIMIRO, príncipe. Kiev. Bautizado con el nombre de Basilio, que se preocupó en propagar la fe entre sus pueblos. (1015).
  12. San ANSUERO, abad y mártir. Ratzeburg, Germania. Lapidado con otros 28 monjes de Wendes, por paganos a quienes predicaba el Evangelio. (1066).
  13. San DAVID, obispo. Västeras, Suecia. Originario de Inglaterra. Después de abrazar la vida de monje cluniacense fue a predicar la fe cristiana a los suecos y, ya anciano, murió piadosamente en el monasterio que él mismo había fundado. (1082).
  14. Beato CESLAS, presbítero. Bresalu, Polonia. Uno de los primeros presbíteros dominicos que trabajó por el reino de Dios en Silesia y otras regiones cercanas. (1242).
  15. San BUENAVENTURA, obispo y doctor. Celebérrimo por su doctrina y por su santidad y por las preclaras obras que realizó en favor de la Iglesia. Como Ministro General de los Hermanos Menores rigió con gran prudencia a la Orden siendo siempre fiel a San Francisco, y en sus numerosos escritos unió suma erudición y ardiente piedad. Cuando estaba prestando un gran servicio al Concilio II de Lyon falleció. (1274).
  16. Beato BERNARDO, marqués. Piamonte. A quien sorprendió la muerte mientras se dirigía a Oriente para defender a la población cristiana, después de la conquista de Constantinopla por los sarracenos. (1458).
  17. San POMPILIO MARÍA PIRROTTI, presbítero. Apulia. Clérigo Regular. Célebre por su austeridad. (1766).
  18. Beato MIGUEL BERNARDO MARCHAND, presbítero y mártir. Rochefort. Fue encarcelado en Rouen por ser sacerdote, siendo trasladado después a un viejo barco, en el que enfermó y murió. (1794).
  19. San PEDRO NGUYEN BÁ TUÂN, presbítero y mártir. Tonkín. Fue encarcelado por ser cristiano y falleció de hambre en prisión. (1838).
  20. Beata ANA MARÍA JAVOUHEY, virgen y fundadora. París. Fundó la Congregación de Religiosas Misioneras de San José de Cluny, dedicadas al cuidado de enfermos y la instrucción cristiana de la juventud femenina, obra que la beata consiguió difundir en tierras de misión. (1851).
  21. San ANDRÉS NGUYÊN KIM THÔNG NAM, mártir. Cochinchina. En tiempo de Tu Duc fue encarcelado y después desterrado. Murió durante el viaje por cargar con un madero e ir encadenado. (1855)
  22. Beato ANTONO BESZTA-BOROWSKI, presbítero y mártir. Bielsk Podlaski, Polonia. Preso por los nazis. Fue fusilado. (1943).

Hoy destacamos a BEATOS IGNACIO de AZEVEDO y TREINTA Y OCHO COMPAÑEROS

Este grupo de religiosos, a bordo de una nave, se dirigían a misionar a Brasil, pero fueron masacrados y echados al mar en las cercanías de las Islas Canarias por unos piratas hugonotes, en odio a la fe católica.

El padre Ignacio de Azevedo, al frente del grupo, era portugués, nacido en una familia noble en 1527 en Oporto. Fue educado en la corte de Juan III.

Decidido a cambiar de vida, en 1548 entró en la Compañía de Jesús en Coimbra.

En 1553 recibió todas las órdenes sagradas.

Manifestó desde el principio que quería ser misionero.

Permaneció por espacio de dos años como profesor en un colegio en Lisboa.

En 1556 el padre provincial viajó a Roma con motivo de la muerte de San Ignacio de Loyola, quedó él como viceprovincial en Portugal, visitando las casas.

En 1565, cuando murió el Padre Laínez, primer prepósito general de la Compañía, participó en la elección de San Francisco de Borja.

El nuevo padre general nombró a Azevedo visitador de las Tierras de la Santa Cruz, en Brasil.

Regresó a Portugal y se embarcó con siete compañeros en 1566. Llegó a Bahía y visitó toda la misión de la Compañía. Allí, en una congregación provincial, fue elegido procurador para Roma, por lo que regresó a Portugal en 1568 viajando seguidamente a Roma.

Impresionó mucho al Papa Pío V y a Francisco de Borja la narración de Azevedo sobre la misión en Brasil y decidieron enviar nuevos misioneros.

A su paso por España, se sumaron dichos jesuitas al proyecto. Con los de Portugal llegó a reunir a 90 entre sacerdotes, legos, novicios, estudiantes…

En 1570 zarpaban siete naves desde Lisboa, en tres de las cuales iban los jesuitas. Era la mayor expedición portuguesa que salía para América.

Las siete naves llegaron a Madeira sin encontrar peligros.

Pero al partir hacia Canarias, Azevedo presintió la presencia de corsarios, y con ellos la posibilidad del martirio, por lo que convocó al grupo pidiendo que continuaran el viaje solo los voluntarios.

Algunos desistieron y fueron sustituidos por los jesuitas de las otras naves. Llegados a Canarias, atracaron unos días a causa del tiempo. Reanudado el viaje por mar, el 15 de julio, la nave fue asaltada por una escuadra de calvinistas franceses, dispuestos a exterminar a los misioneros portugueses que viajaban hacia las Indias.

La orden era apoderarse de las mercancías, respetar a la tripulación y acabar con los misioneros jesuitas. Llevaron a los jesuitas a cubierta y, en torno a Azevedo, con el icono de la Virgen en las manos, se prepararon para el martirio.

Uno tras otro, después de torturados y cortados los brazos para que no nadaran, fueron lanzados al mar. Perdonaron la vida a Juan Sánchez, el cocinero, para servirse de él hasta su regreso a Francia. Este, huido a España, dio testimonio de lo ocurrido, que su provincial le hizo jurar ante notario.