SANTA MARÍA, REINA Y MADRE DE TODO LO CREADO

by AdminObra

Para explicar la realeza de María acudimos a la de Cristo, pues va ligada a la de su Hijo. Se parangona, asimismo, con la dignidad real de todos los cristianos.

Se inserta también una reflexión sistemática que contempla el significado de “realeza” como el modo de ordenar la multitud de una sociedad perfecta al fin común, o bien común. La “realeza” es, pues, un primado de excelencia y dominio.

Para presentar a María como Reina, el argumento principal es la “Divina Maternidad”. Pero el titulo real proviene también por la parte singular que María tuvo en la obra de nuestra salvación eterna.

Así como Jesucristo es nuestro Rey no solo por derecho propio (siendo Hijo Encarnado de Dios), sino también por derecho adquirido (por la Redención), del mismo modo María es Reina por ser Madre de Dios y por la obra en la que estuvo estrechamente asociada a Cristo.

Otro motivo para la realeza de María es la plenitud de gracia de María, que la exalta sobre todas las criaturas.

La realeza de María atañe también a los ángeles, porque la Madre de Dios participa en el dominio universal de Cristo Rey. Por este motivo, las invocaciones regias de las Letanías Lauretanas comienzan con el título “Reina de los Apóstoles”.

Jesucristo no ha muerto por los ángeles y tampoco la compasión salvífica de María se dirige a los espíritus celestiales. Su excelencia de gracia, de todas formas, la exalta sobre todos los ángeles, que la honran con la alabanza y con la obediencia.

Entre los himnos litúrgicos, es particularmente significativa la Antífona “Ave Regina Caelorum”.

Ser “Reina del mundo” no hace competencia a Cristo, sino que consiste en una participación en la realeza del único Rey. Es una realeza en Cristo, que procede de El y a El conduce. Igual que Cristo se sirve de los sacramentos como medios de gracia, subraya Pío XII, de forma similar se sirve del oficio de su Madre para distribuir entre nosotros los frutos de la Redención.

La realeza de María supera la nuestra, pero no está separada de nuestra situación. La “Corona” se la da a María tras la fatiga del recorrido terreno y es una invitación para que alcancemos también nosotros este destino final.

De la realeza de María se aprovechan en particular los que se abren a la mediación de la Madre de Dios.