Como conclusión a este sencillo periplo iniciado hace unas semanas sobre el primer Evangelio, diremos el final del Evangelio, concretamente en esta cita Mt 28, 16-20 es una perfecta síntesis del mismo.
¿Por qué?
Síntesis, y una novedad. Pues marca el comienzo de la apertura del Evangelio de Jesús a todos los hombres de todos los tiempos. Lo que conocemos como “universalismo”.
El “universalismo” había de definir la misión del Siervo de Yahvé. Pues se realiza con la Resurrección de Jesucristo. Así, Jesús se hace coetáneo de todas las naciones porque está y estará presente en la Iglesia.
Entrar en su discipulado y aprender de El implica unirse a una comunidad de hermanos unidos por un solo Padre, el del Cielo, y un único Maestro, el Mesías, que se revela como hermano para sus discípulos.
Es así, de la mano de Jesús, Mesías e Hijo de Dios, como se entra en la vida de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.