“Siendo necesario que hasta Cristo fuera copiosa la propagación en aquel pueblo, cuya densa población había de ser figura de lo que después había de realizarse con la Iglesia, tenían allí a norma tomar varias mujeres para crecimiento del pueblo, imagen anticipada del crecimiento de la Iglesia. Mas, en naciendo que nació el Rey de todas las naciones, empezó a ser tenida en honra la virginidad, y esto desde la Madre del Señor, merecedora de tener un hijo sin detrimento de su integridad. Lo mismo, pues, que su enlace con José era verdadero matrimonio, y matrimonio sin desintegridad alguna, ¿por qué, a ese modo, la castidad del esposo no habría de recibir lo que había producido la castidad de la esposa?
El computar las generaciones de Cristo por la línea de José, y no de María, no debe inquietarnos después de haber dicho ya tanto como se dijo; porque, si ella es madre sin concupiscencia carnal, él es padre sin unión sexual. Pueden, de consiguiente, subir por él o bajar hasta él las generaciones. No le separemos porque le haya faltado la concupiscencia carnal; a mayor pureza, paternidad más genuina”.