Hoy es sábado de ceniza, ya cuaresmal. Los sábados miramos de manera más atenta a la Virgen María. Y en este tiempo, a Nuestra Señora en sus advocaciones más propias de este tiempo penitencial.
Explicaremos brevemente, con la ayuda del Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, en qué consiste la devoción que da título a estas líneas. En castellano, “Vía de la Madre”, en evidente relación con el Vía Crucis de su Hijo.
Hay que saber que Cristo crucificado y la Virgen Dolorosa están asociados en el plan salvífico de Dios. También en la Piedad popular.
Cristo es el “hombre de dolores” que nos augura Isaías (Is 53, 3), por medio del cual se ha complacido Dios pues reconcilió consigo absolutamente todo por la sangre de su Cruz (Col 1, 20). Así, María es la “mujer del dolor”, que Dios ha querido asociar a su Hijo, como Madre y partícipe de su Pasión (socia Passionis).
Toda la vida de la Virgen María transcurrió bajo el signo de la espada profetizada por Simeón (lc 2, 35). Con todo, la piedad del pueblo cristiano ha señalado SIETE DOLORES en la vida dolorosa de la Madre por siete episodios de su vida.
Por tanto, según el modelo del citado Vía Crucis, surge el Vía Matris dolorosae, o simplemente Vía Matris, aprobado también por la Santa Sede.
La intención, e intuición, es considerar toda la vida de la Virgen desde el anuncio profético de Simeón (Lc 2, 34-35) hasta la muerte y la sepultura de su Hijo Jesucristo. Como si considerásemos un camino de fe y dolor con siete estaciones correspondientes a sus siete dolores.
El ejercicio de piedad del Vía Matris se armoniza bien con algunos temas propios del itinerario cuaresmal. Como el dolor de la Virgen tiene su causa en el rechazo que Cristo ha sufrido por parte de los hombres, el Vía Matris remite al misterio de Cristo, siervo sufriente del Señor, rechazado por su propio pueblo.
Las estaciones del Vía Matris son etapas del camino de fe y dolor en el que la Virgen ha precedido a la Iglesia y que esta deberá recorrer hasta el final de los tiempos.
Su máxima expresión está expresada en la “Piedad”.