Algunas consideraciones
Recordemos que, después de las de Guadalupe (1531), las apariciones de Fátima revisten una importancia muy grande. Muchos nos pedirán que no desdeñemos las apariciones a Santa Catalina de Labouré, en 1831, en París; o a Santa Bernardita, en Lourdes, en 1858, la cual sí hay que resaltar pues en un 25 de marzo Nuestra Señora se manifiesta con estas palabras: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Ahí es nada. Y ya puestos, no dejemos en el tintero la aparición en carne mortal de la Santísima Virgen en Zaragoza pues la repercusión de la misma en los siguientes siglos fue patente.
Pero a lo que íbamos, las apariciones en Fátima de Portugal en 1917, precedidas y preparadas por las tres apariciones del ángel en 1916, tienen un gran valor de cara a situaciones que todo cristiano tiene que afrontar en cualquier época y particularmente las presentes, en las cuales, por primera vez, se ataca lo natural, lo dado, con lo que ello tiene de diabólico en grado sumo.
Estas apariciones, que centran toda la atención de la piedad mariana actual, continuaron. Todavía, se podría decir, no se había llegado al momento culminante del objeto de las mismas. Así, Nuestra Señora se mostraría en Pontevedra en 1925 (aparición que cimentará la Consagración Mariana de los cinco primeros sábados de mes), y en Tuy, en 1929. El contexto histórico es conocido: la Primera Guerra Mundial (que evidenció el fracaso de la Modernidad); la Revolución Roja en Rusia; el gobierno masónico en Portugal. Recordemos que las primeras apariciones angélicas y marianas las vivieron los tres pastorcitos que todos conocemos: Lucía, 10 años; Francisco, 9 años; Jacinta, 7 años. Las apariciones en Galicia las vivió únicamente Lucía. Los otros dos, sus primos, ya estaban en el Cielo.
El mensaje de Fátima (y Pontevedra) se resume en cinco puntos:
- Rezar cada día el Rosario por la Paz del mundo.
- Hacer sacrificios como expiación por los pecados.
- Veneración del Corazón Inmaculado de María (herido por los pecados) como refugio y vía que lleva a la Adoración del Corazón Sacratísimo de su Hijo.
- Y el misterio revelado en tres partes.
Respecto a este último punto nos pararemos para recordar que la segunda parte de este misterio habló de lo que nos atañe. Se pidió esa Veneración al Corazón Inmaculado de María (pronto vendría el final de la I Guerra Mundial, pero había el anuncio de otra peor si la gente no se convertía; persecuciones a la Iglesia y al Papa; consagración de Rusia al Corazón de María, como centro del ateísmo en el mundo en aquellos años; y Comunión Reparadora el primer sábado de mes. Además de una serie de seguridades si se tenían en cuentas estos consejos ascéticos y piadosos, y de amor a la Virgen María).
Por tanto, la práctica de los CINCO PRIMEROS SÁBADOS de mes incluirá Confesión Sacramental, Comunión Eucarística, rezo del Santo Rosario; 15 minutos de contemplación de los misterios del Rosario, tal como le fue indicado en Pontevedra el 10 de diciembre de 1925. Lucía debía consolar el Corazón de María lleno de agravios.
Cuáles son especialmente esos agravios que mortifican el Corazón de María. Pues son cinco asimismo, por ello los “cinco primeros sábados”, que lastiman el Corazón de la Madre tal como desveló Lucía a un confesor ya en 1930 al referirle a ella el mismo Jesucristo la concreción de estos agravios. Es la aparición que muchos desconocen. Son estos:
- Las blasfemias contra su Inmaculada Concepción.
• Contra su virginidad.
• Contra de su maternidad divina y la negativa a reconocerla como la Madre de los hombres.
• La obra de los que públicamente infunden en los corazones de los niños indiferencia, el desprecio y hasta el odio contra esta Madre Inmaculada.
• La obra de los que la ofenden directamente en sus imágenes sagradas.
Poco después, quizás un poco tarde, la humanidad era consagrada al Corazón de María por parte del Papa Pío XII, en 1942, y, en 1944, se instauró su fiesta. Lo que nunca se hizo de modo adecuado fue la Consagración de Rusia para que dejase de esparcir sus errores por el mundo.
Cuidemos estas tiernas devociones que nos llevarán a ser cristianos muy entregados, es decir, enteramente consagrados al Corazón Inmaculado, en filial Veneración, para que podamos, ofrecidos al Sacratísimo Corazón, en Adoración, sacrificarnos por la conversión de la humanidad. Éste es el núcleo del mensaje, ser víctimas de expiación por la Salvación del mundo amando profusamente los Corazones heridísimos de María y Jesús, Nuestro Dios y Señor.