Esta semana ofreceremos la película “Las sandalias del pescador” (The shoes of the fisherman, 1968), basada en la novela homónima del escritor australiano Morris West que, antes de casarse y ser padre de familia numerosa estuvo 12 años en un convento. Parte de su obra literaria combina cuestiones de la Iglesia Católica y de política internacional. Lo que veremos en la película comentada de esta semana.
Fue rodada en el convulso año 1968 y, tal como ocurrió con algunas obras literarias de Morris West, anticipó, si se puede decir así, la elección de un papa eslavo. El protagonista, un inigualable Anthony Quinn, es un obispo ucraniano que después de haber sido condenado por el régimen comunista de la URSS a trabajos forzados es liberado y enviado al Vaticano. Allí será asesor de la Santa Sede sobre los países de la órbita del extinto Pacto de Varsovia. Tras la muerte del papa Pío XII, él, Kiril Lakota, será elegido sumo pontífice y, a partir de ahí, de esa elección, veremos muchas actitudes de la Iglesia de aquel entonces bien reflejadas en documentos como la Constitución Dogmática Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II.
Se considera un film de carácter épico-religioso; por la duración, más de dos horas y medias; por el protagonista, ya mencionado, y que interpreta al papa eslavo de una manera inolvidable (Anthony Quinn lo mismo hace saltar cañones en Navarone como oficial del ejército griego, como interpreta a un patrón de pesca en las aguas de Alaska, o da vida al mismo Barrabás); por los actores que lo secundan como David Janssen, clásico en aquellos años, Vittorio de Sica, y los caballeros Sir John Gielgud y Sir Laurence Olivier); como por el vestuario, pues llamará la atención todo el vestuario eclesiástico; como por las escenas del cónclave que elegiría al Papa, escenas que contaron con el adecuado asesoramiento. También destaca la reproducción de la Capilla Sixtina, pues la Santa Sede no autorizó la filmación en el lugar propio.
¿Qué podremos aprender de su visionado? Amor a la Iglesia. Amor grande. Vemos en la cinta momentos de tensión, no siempre llevados con justicia, si cabe. Nos referimos a las investigaciones sobre la ortodoxia dogmática de ciertos escritos del P. Telemond. Bien podría interpretar a alguno de los autores de moda de aquellos años sesenta, del ámbito centroeuropeo, cuyas afirmaciones no han traído fruto alguno. Observamos, también, el ambiente interno eclesiástico, con su lenguaje característico, modismos, etc. En definitiva, lo esencial que es la Iglesia, fiel a las inspiraciones del Espíritu Santo en los corazones de los hombres, para la paz del mundo, y la fuente de gozo que puede ser para la humanidad si permanece en esa fidelidad.