MEDITACIÓN MIÉRCOLES I CUARESMA (Jon 3, 1-10; Lc 11, 29-32)

by AdminObra

¿Y si más que fijarnos en Jonás tuviésemos que fijarnos en el rey de Nínive? Pero si resulta que es una ciudad depravada. ¿Cómo es eso? Quizá por su reacción ante la predicación de Jonás llamando a la conversión: “Que hombres y animales, ganado mayor y menor no coman nada; que no pasten ni beban agua. Que hombres y animales se cubran con rudo sayal e invoquen a Dios con ardor. Que cada cual se convierta de su mal camino y abandone la violencia. ¡Quién sabe si Dios cambiará y se compadecerá, se arrepentirá de su violenta ira y no nos destruirá!”

Siempre han dado pasos sublimes de conversión los pecadores más aguerridos que los que pactan con sus miserias veniales. ¿No nos hace pensar esto? Ni que tuviesen un corazón grande…

El que domina su vida pecaminosa con pecados veniales ya ha pactado con los mismos. Y en su cabeza, equivocadamente, con Dios: “No me exijas más”. Han decidido vivir con la dosis exacta de hipocresía; ni muy vicioso, ni muy virtuoso. Pero muy pecador.

Hemos de decir que no hay nada que hacer con este tipo de gente. La mayoría mueren así. Y mueren tristes.

El pecador grave puede cambiar, o no. Pero puede cambiar. Y puede cambiar de su miseria moral con más generosidad que el anterior tipo, tibio y mediocre.

¿Hay que tener admiración de los que pecan gravemente y sin aparente conturbación? No.

¿Hay, acaso, una llamada a la conversión en esta primera lectura de nuestros delitos morales más graves? Pienso que hay una llamada a no ser hipócritas, los cuales, en su aparente cordialidad, esconden o disimulan una vida vacía. Nada.

Con todo, la llamada a la conversión está patente. Ya no es Jonás, un personaje que de noble tiene poco. Es el Hijo de Dios el que quiere que la generación perversa de la que habla, es decir, la generación perfectamente tibia e hipócrita que regatea con el cambio de corazón, cambie. Se convierta. Porque su pecado es mayor de lo que piensan. Tan grande y tan vomitivo que se tiene que encargar directamente el Verbo de predicárselo para que reaccionen en atención a la autoridad del que se lo advierte. Caso omiso.

OREMOS

MIRA COMPLACIDO, SEÑOR, EL FERVOR

DE TU PUEBLO QUE DESEA ENTREGARSE

A TI CON UNA VIDA SANTA; Y, A LOS QUE

DOMINAN SU CUERPO CON LA PENITENCIA,

TRANSFÓRMALOS INTERIORMENTE MEDIANTE

EL FRUTO DE LAS BUENAS OBRAS.

POR JESUCRISTO, NUESTRO SEÑOR.