MEDITACIÓN LUNES I CUARESMA (Lev 19, 1-2.11-18; Mt 25, 31-46)

by AdminObra

Iniciada ya solemnemente el sacramento Cuaresmal, vayamos día a día, jornada a jornada, a
través de este “desierto” temporal con instinto de purificación inexorable y liberador gracias a
lo que nos transmitan las lecturas de la Misa.
La Primera Lectura de este lunes, tomada del Libro del Levítico, nos exhorta a ser SANTOS
porque Dios es Santo. Lo que se nos presenta es una verdadera Ley de Santidad. Al
reclamarnos la santidad, lo que se nos está reclamando es un criterio de actuación como el de
Dios. Por eso, tantas veces, tenemos que estar vigilando constantemente nuestro proceder y
reconocer las alusiones que Dios nos presenta. Hay que aprender a ejercitarse en este aspecto.
Esta Lectura nos dice que no se roba, ni se defrauda. Ni se jura en falso. Ni se explota a nadie,
ni se le humilla. No se burla nadie del obrero o del empleado. No se ríe nadie de las carencias
del prójimo, algo propio de cobardes. No se dan sentencias ni juicios temerarios. Se rechaza la
difamación plenamente. Y el odio. Sí se debe corregir, porque salvaremos dos almas, la propia
y la ajena.
Temamos a Dios, con verdadero temor, si despreciamos este camino de santidad que El nos
facilita.
El Evangelio nos recuerda que Dios no disculpará el pecado de omisión, es decir, el abandono
de nuestras obligaciones de caridad. Es un pasaje que nos sitúa en el Juicio Final. Pero es,
asimismo, un pasaje que nos anima a vivir la caridad a lo grande. Las pautas que nos ayudan a
concretarla son las conocidas obras de misericordia corporales. Y la motivación santa y pura
para obrarlas es que el Señor se identifica con aquellos que necesiten nuestro corazón.
Nuestra vida.
Una señal para saber que hemos eludido nuestras obligaciones caritativas será que pondremos
excusas cuando nos lo denuncie nuestra conciencia. Si la conciencia nos deja en evidencia,
asumamos nuestro pecado con dolor y dispongámonos con ilusión a hacer las cosas de otra
manera cuando surja otra ocasión.

Dios nos quiere santos. No pide menos de nosotros. Ni lo hará. Y nos esforzará para ello. No
conviene hacer resistencia. No, no conviene.
Pidámosle hoy, con alegría, la Santidad, y la alegría de la Santidad, que es lo mismo que pedirle
la capacidad de obrar conforme a su Amor.
Oremos:

“Conviértenos a ti, Dios Salvador nuestro,
E instruye nuestras mentes
Con la sabiduría del cielo, para que
La celebración de esta Cuaresma dé
Fruto en nosotros. Por Jesucristo, Nuestro Señor”.