La ausencia de armonía y acuerdo en los sucesos referidos en los Evangelios después de la sepultura de Jesús resulta todavía más llamativa cuando se leen los relatos previos a la Pasión, donde es fácil apreciar un esquema fijo y coherente en los cuatro Evangelistas.
Para justificar esta falta de sintonía en los ‘relatos pascuales’ se suele apelar a las teologías de los autores.
Lo cierto es que los escritores de los Evangelios son, precisamente eso, evangelistas, no historiadores.
Los Evangelios no son biografías, sino testimonios de fe; no fueron compuestos para responder a una curiosidad histórica, sino para anunciar la Salvación y suscitar la fe en Jesús.
Sin duda, los Evangelios son libros de fe, pero esto no significa que su testimonio no sea histórico. Es más, la fe surge ante el anuncio de un hecho, de un acontecimiento histórico en que Dios actúa. Historia y fe cristiana está íntimamente unidas.