“LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO”, según Benedicto XVI

by AdminObra

San Lucas concluye el relato del Nacimiento de Jesús narrando lo que, siguiendo la Ley de Israel, sucedió con Jesús el octavo y el cuadragésimo día.

Presentamos brevemente los acontecimientos referidos al octavo día.

En esa jornada octava fue el día de la Circuncisión. Por tanto, Jesús es acogido formalmente en la comunidad de las promesas que proviene de Abraham; ahora pertenece también jurídicamente al pueblo de Israel. Y se le ha impuesto el Nombre: Jesús (Dios Salvador).

Pasemos, pues, al Misterio que nos convoca.

En el cuadragésimo día hay TRES acontecimientos a tener presentes. Son estos:

  1. La PURIFICACIÓN de María;
  2. El RESCATE del hijo primogénito mediante un sacrificio prescrito en la Ley;
  3. La PRESENTACIÓN de Jesús en el Templo.

En estos relatos de la infancia de Jesús escritos por San Lucas y en este pasaje especialmente se adivina el conocimiento del fundamento judeocristiano de este Misterio. Pero también se observa que San Lucas es heleno por cultura y carece de un dominio de la legislación veterotestamentaria. Por ello hay imprecisiones. Pero a San Lucas no debió preocuparle la imprecisión en pequeños detalles. Su interés es teológico. Él quiere ofrecer el fundamento teológico de todo lo que va a ocurrir en el Templo de Jerusalén. Adelante…

PRIMERAMENTE, hablemos de la PURIFICACIÓN; en el Libro del Levítico se establece que una mujer después de dar a luz a un varón, es impura (es decir, queda excluida de las prácticas litúrgicas) durante siete días; el octavo día el niño ha de ser circuncidado, y la mujer deberá quedarse en casa todavía treinta y tres días para purificar su sangre (Lv 12, 1-4). Es una consideración ritual más que moral. Se decía que perdían fortaleza física.

Después debía ofrecer un sacrificio de purificación, un cordero como holocausto y un pichón o tórtola como sacrificio expiatorio. Los pobres sólo tienen que ofrecer dos tórtolas o dos pichones, uno para el holocausto y el otro para el sacrificio. Se le ofrecerían al sacerdote que llevaría a término la expiación para que se declarase la pureza legal. (Lc 12, 1-8).

María ofreció el sacrificio de los pobres (Lc 2, 24).

San Lucas nos da a entender aquí que la familia de Jesús se contaba entre los pobres de Israel. Y era precisamente en estos pobres, anawim, en quienes asentarían las promesas mesiánicas.

María no necesita ser purificada por el parto de Jesús: este Nacimiento trae la PURIFICACIÓN del mundo precisamente. Pero ella obedece la Ley pues “nacido bajo la Ley” (Gal 4, 4), no lo olvidemos, su Hijo debe cumplir con toda Justicia (Mt 3, 15).

SEGUNDO, el RESCATE; pues el primogénito es propiedad de Dios.

El precio del “rescate” eran cinco siclos (veinte denarios) y se podía pagar en todo el país a cualquier sacerdote. (Núm 18, 16).

San Lucas cita ante todo el derecho a reservarse al primogénito tal como se dice “Todo primogénito varón será consagrado al Señor”, es decir, pertenece a Dios de una manera muy directa. Lo podemos leer en Lc 2, 23, el cual está recordando lo que dice el Libro del Éxodo (Ex 13, 2; 13, 12.15).

Lo curioso… es que NO se habla de que se haya llevado a cabo el rescate de Jesús, sino de un tercer acontecimiento, de la ENTREGA o PRESENTACIÓN.

TERCERO, evidentemente el Niño no ha sido rescatado y no ha vuelto a pertenecer a sus padres, José y María, sino todo lo contarios: HA SIDO ENTREGADO PERSONALMENTE A DIOS EN EL TEMPLO, asignado totalmente como propiedad suya. La palabra “presentar” viene significando en griego “ofrecer”, referido a lo que ocurre con los sacrificios en el Templo. Está revelándose el tema del…SACRIFICIO y del SACERDOCIO.

Así pues, San Lucas no nos ha hablado del “rescate”, y precisamente ha quedado patente su “entrega” a Dios, al cual pertenece absolutamente.

Parece ser que para ninguno de estos tres rituales era necesario acudir al Templo de Jerusalén, pero para San Lucas es importante la entrada de Jesús en el lugar santo de la capital judía pues en el lugar del encuentro entre Dios y su Pueblo, en vez del acto de recuperar al primogénito, se produce el ofrecimiento público de Jesús a Dios, su Padre. Nos hemos encontrado, entonces, con un auténtico y verdadero ACTO CULTUAL.