La Octava de Navidad

by AdminObra

Estos días usamos la palabra “octava” para referirnos a los días posteriores al 25 de diciembre, a los ocho días siguientes. Por tanto, estaríamos viviendo la “Octava de Navidad”.

¿Cuál es el sentido de esta “octava” o de otras que hubiese? Pues sería algo así como la consecuencia de una novena, o de un quinario, o de un trío. Estas secuencias temporales que acabamos de exponer son días de preparación intensos previos a una festividad, por ejemplo, la Novena a la Inmaculada Concepción. Nueve días para preparar, y prepararse a, la celebración de la Solemnidad. Días de preparación pues la importancia de la festividad puede aconsejarlo, pues la devoción popular de alguna festividad pueda reclamarlo.

La “octava”, entonces, sería la consecuencia gozosa posterior a los días de preparación en un régimen de mayor oración, meditación, penitencia, presencia en sermones, etc. Sería la celebración alborozada de la festividad pues ha habido una conversión, o algún cambio en nuestra vida cristiana, o algún milagro, o, sencillamente, la posibilidad de celebrar con júbilo cristiano el misterio que ha merecido tal esfuerzo ascético y, por lo tanto, la Iglesia nos anima a mantener el espíritu de fiesta más allá de las veinticuatro horas del día de autos.

A nosotros, ahora, nos correspondería vivir la “octava de navidad” como si siguiésemos en el día 25, y que se prolongaría hasta el día uno de enero en el que se festeja a Santa María, Madre de Dios.

 

Un poco de historia

Antes del Concilio Vaticano II, la “octava” significaba, o bien una fiesta que duraba ocho días, o una fiesta que tenía otra fiesta conmemorativa al cabo de ocho días (octava simplex).

Las octavas de la primera clase se dividían en octavas privilegiadas y octavas comunes.

Las fiestas que tenían octava privilegiada eran: Pascua, Pentecostés, Epifanía, Corpus, Navidad y Ascensión.

Las octavas más importantes eran las de Pascua y Pentecostés, durante las cuales no podían ser celebradas otras fiestas.

Antes del Concilio Vaticano II, el último día de las octavas privilegiadas y comunes tenía el carácter de doble mayor, los otros días tenían el carácter de un semidoble. El octavo día de la octava simple se celebraba como fiesta simple.

Las octavas en el culto se remontan a los tiempos más remotos del cristianismo, pero hasta el siglo XIII sólo tenían octavas las celebraciones más importantes del año litúrgico. Con el aumento de las devociones a los santos, y del santoral, las octavas se hicieron más numerosas dificultando, en ciertos momentos, las celebraciones más sustanciales.

San Pío V empezó a moderar la proliferación de tantas octavas en el siglo XVI; y San Pío X, a comienzos del siglo XX, transformó en octavas simples la mayoría de las octavas comunes.

Después del Concilio Vaticano II desapareció la práctica totalidad de las octavas, menos la de Pascua de Resurrección y la de Navidad, en la cual estamos inmersos en estos momentos.