LA CUARESMA Y EL BAUTISMO

by AdminObra

A partir de este domingo III de Cuaresma, este tiempo fuerte penitencial adquiere otra tonalidad.

Además de ser un tiempo penitencial y de mortificación, es también tiempo de preparar el “misterio pascual”, mediante la necesaria conversión interior y siendo conscientes de que estamos bautizados.

Para conseguir estos objetivos, conversión y renovación y purificación de las promesas bautismales, nos ayudará, además de una profunda confesión, la escucha y meditación de la Palabra de Dios, la oración personal y comunitaria, y los medios ascéticos tradicionales de ayuno, limosna y oración, el tener en mente el carácter bautismal de estos días.

La Iglesia quiere que durante este tiempo los cristianos tomen más conciencia de las exigencias vitales que derivan de hacer de la Pascua de Cristo centro de su fe y de su esperanza. Hemos de hacer algo más que preparar una celebración histórica o externamente ritual, hemos de participar en el Misterio de la Muerte y de la Resurrección de Cristo. Esta participación se realizó mediante el Bautismo, también con la Penitencia y la Eucaristía. Tiene que darse, entonces, verdadera “pascua” en nosotros.

Los evangelios de los tres domingos que nos restan ayudarán a esta participación sacramental en el Misterio del Señor: la Samaritana, el ciego de nacimiento y la resucitación de Lázaro son idóneos por sus resonancias eminentemente bautismales.

Agua, Luz, Vida, tres conceptos, tres elementos, tres realidades, que se relacionan respectivamente con cada uno de los pasajes enumerados y que nos harán más conscientes de lo que ha supuesto nuestro Bautismo, el cual tenemos que actualizar con la ayuda del mismo Espíritu Santo que se nos dio aquel día.