JORNADA DE LOS ABUELOS Y DE LOS MAYORES

by AdminObra

Ante la próxima jornada de los abuelos y mayores, el día 24 de julio, y la festividad de los Santos Joaquín y Ana, Abuelos del Señor, ofrecemos algunas consideraciones sobre la ancianidad contemplada desde la Biblia.

El número de los ancianos ha crecido y también ha aumentado su edad media.

Es un antiguo sueño de la humanidad hecho realidad: vivir durante mucho tiempo, alejar las fronteras de la muerte lo más posible.

En definitiva, es una auténtica bendición.

Pero no se puede ocultar cierta contradicción: esta bendición se ha convertido en una “maldición” en algunos casos. Los ancianos no han encontrado un lugar en nuestra sociedad, que es estructuralmente hostil para ellos. Es un problema grave para las personas mayores, incluso a veces una tragedia para muchas de ellas, precisamente en la edad de la debilidad.

A menudo, los años de la vejez son un tiempo de sufrimiento y de marginación: lamentablemente, es un tiempo “desaprovechado” y, por lo tanto, no es tanta “bendición”.

Ha habido una falta de reflexión ante la verdadera revolución que se ha producido en nuestras sociedades en las últimas décadas: la presencia masiva de ancianos, muchos más que en toda la historia de la humanidad. Pero hay un alejamiento de todos ellos. Incluso en la Iglesia, demasiado atenta a la pastoral juvenil, pero no a la pastoral de la senectud.

Los ancianos pueden comunicar la fe a las generaciones más jóvenes, siempre, claro está, que se integren en una dinámica de esperanza y se sitúen en un lugar importante de la vida de la Iglesia.

Hay que recordar que una vida larga es considerada una bendición en la Sagrada Escritura.

¿Quiénes son los ancianos en la Biblia? ¿Qué dice la Palabra de Dios sobre la bendición de una vida larga o la relación entre jóvenes y ancianos?

En las sociedades bíblicas había respeto por los ancianos, porque eran pocos, y se les consideraba sabios porque habían vivido mucho, tenían experiencia del mundo y de los ciclos de la vida y de la naturaleza.

En las páginas del Génesis se recoge la larga vida de los Patriarcas bíblicos y de otros personajes. Murieron a una edad que parece inconmensurable incluso hoy. El mensaje revelado era claro: una vida larga es una bendición de Dios.

Después vemos como en la Biblia la edad ya no alcanza un nivel tan alto, como si el Mal hubiera empezado a desgastar los años de los hombres.

Hoy no son valorados los ancianos. Hay muchos. Demasiados para algunos. Su “sabiduría” no es útil. Dan problemas. Suponen gasto público. Son la parte débil en todas las sociedades contemporáneas. Para vivir, necesitan más que otros. Dependen de otros.

La lectura de la Sagrada Escritura ayuda a comprender mejor el valor de los ancianos: cómo estos forman una parte importante de la historia cuando la mirada de Dios se posa en ellos y su plan de salvación los convierte en actores notables.

La Biblia, pues, nos enseña quiénes son los ancianos para Dios, ante Dios. así se les podría volver a considerar de una manera renovada. Saldríamos de nuestras lógica productiva y economicista para entrar en lógica del espíritu.

Despreciar a los ancianos supone construir sobre arena. Pueden ser una experiencia regeneradora de fe y de humanidad. Pensemos en Abraham, en los ancianos Simeón y Ana. Los “ancianos bíblicos” han tenido una gran presencia en la Historia Sagrada.

La Biblia ayuda a entender mejor el espacio de los ancianos en las comunidades cristianas y en la vida social. Revela que la vida de los ancianos es preciosa a los ojos de Dios.

Como dice Andrea Riccardi “Poner a los ancianos en el corazón de la familia, de la comunidad o de la sociedad es el comienzo de un cambio humano radical, que hemos llamado revolución comunitaria”.

Tras la crisis del coronavirus, en la que los ancianos han pagado un precio muy alto, es necesario partir de ellos para hacer una reconsideración del vivir menos individualista y economicista.