Hoy, 17 de enero, festividad de San Antonio abad, tendremos la bendición de los animales a las 18:45h., delante de la puerta principal de la iglesia.
Con motivo de este efeméride no está de más recordar qué enseña el Catecismo de la Iglesia Católica respecto a los animales que, como siempre, nos da una enseñanza oportuna para llevar la vida en plenitud moral. Realmente, los católicos tenemos un tesoro que seguimos sin aprovechar, de ahí que seamos tan vulnerables a tantas manipulaciones. Realmente, los católicos lo tenemos todo recogido en el Catecismo sin necesidad de andar por la vida acomplejados y cariacontecidos como si siempe fuésemos un paso por detrás. Si vamos es porque causa de nuestra negligencia, no porque no tengamos a donde acudir.
Sin más dilacción, repasemos qué enseña el Catecismo sobre estas criaturas de Dios que nos dejará en un punto exacto de moderación (entiendase la moderación como virtud de exactitud y no como ausencia de compromiso y decisión).
Los puntos del Catecismo son, pues, a saber, los siguientes: 2416-2418:
2416 Los animales son criaturas de Dios, que los rodea de su solicitud providencial (cf Mt 6, 16). Por su simple existencia, lo bendicen y le dan gloria (cf Dn 3, 57-58). También los hombres les deben aprecio. Recuérdese con qué delicadeza trataban a los animales san Francisco de Asís o san Felipe Neri.
2417 Dios confió los animales a la administración del que fue creado por él a su imagen (cf Gn 2, 19-20; 9, 1-4). Por tanto, es legítimo servirse de los animales para el alimento y la confección de vestidos. Se los puede domesticar para que ayuden al hombre en sus trabajos y en sus ocios. Los experimentos médicos y científicos en animales son prácticas moralmente aceptables, si se mantienen en límites razonables y contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas.
2418 Es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas. Es también indigno invertir en ellos sumas que deberían remediar más bien la miseria de los hombres. Se puede amar a los animales; pero no se puede desviar hacia ellos el afecto debido únicamente a los seres humanos.
Demos gracias a Dios por los animales con esta bendición, pues , ciertamente comparten nuestra vida y la enriquecen con su presencia. Sus figuras están presente a lo largo de toda la Sagrada Escritura con la intención de transmitirnos algo. Recordemos, pues, el “cordero”, y tantos otros ejemplos de animales o de pasajes bíblicos como el pasaje de Noé en el cual Dios decide rehacer la humanidad, y toda la Creación.
Que nos sepamos valer de ellos, tantas veces indefensos ante nosotros, tantas veces casi imbatibles para nosotros. Y siempre necesarios, pues Dios quiere que los necesitemos.