Hoy, 17 de enero, la Iglesia celebra a:

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  1. Santos ESPEUSIPO, ELAUSIPO y MELASIPO, hermanos y mártires; y LEONILA, su abuela, y mártir. En Capadocia. (s. inc.).
  2. San ANTONIO, abad. En la Tebaida, Egipto. Allí llevó una vida ascética. Trabajó para reforzar la acción de la Iglesia, sostuvo a los confesores de la fe durante la persecución de Diocleciano, apoyó a San Atanasio contra los arrianos y reunió a tantos discípulos que mereció ser considerado padre de los monjes. (356).
  3. San JULIÁN, asceta. En Osroene, entre Siria y Turquía. Llamado “Anciano”, o “Sabas”. Detestaba el estrépito de la ciudad, pero dejó la soledad de su retiro para enfrentarse a los arrianos en Antioquía. (377).
  4. San MARCELO, obispo. En la Galia. Defensor de la ciudad. Por defender la fe fue desterrado por el rey arriano Eurico. (510).
  5. San SULPICIO, obispo. En Bourges, Aquitania. Llamado “Pío”. Su mayor preocupación tras pasar del palacio real al episcopado fueron los pobres. (647).
  6. Beato GAMALBERTO, presbítero. En Baviera. Entregó sus bienes a Utón, de quien había sido padrino en la fuente bautismal, para que construyese el monasterio de Metten. (802).
  7. Santa ROSALINA, priora. En Frejús, la Provenza, en Francia. Priora de la Cartuja. Se distinguió por su abnegación y su austeridad en la comida, el sueño y el ayuno. (1329).

Hoy destacamos a SAN JENARO SÁNCHEZ DELGADILLO

Nació en 1896 en Jalisco, México. Su familia era muy cristiana y escasa en recursos. Estudió en Guadalajara sosteniéndose con su trabajo. Ingresó después en el seminario de la ciudad y recibió la ordenación de presbítero en 1911. Ejerció su ministerio en algunas parroquias, y por último, desde 1923, en la capellanía de Tamazulita.

Era un sacerdote piadoso y apóstol, de vida austera y entregada. Colaboró con los párrocos y fue un buen predicador. Pasaba mucho tiempo confesando. Se preocupó por la catequesis de los niños y atendía a los enfermos con gran solicitud.

Cuando se desencadenó la persecución religiosa en México sintió mucho que se cerraran los templos y poder ejercer el apostolado libremente. Era consciente que podía ser muerto por ello.

En 1927, al regresar el campo, fue arrestado y conducido a un cerro en las afueras donde lo ahorcado por ser sacerdote. Murió perdonando a sus ejecutores.