Hoy, 8 de diciembre, la Iglesia celebra a…

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  1. San MACARIO, mártir. En Alejandría de Egipto. Quemado vivo por no renegar de Cristo durante la persecución de Decio. (250).
  2. San EUTIQUIANO, papa. En Roma. (283).
  3. San EUCARIO, obispo. Considerado el primer obispo de Tréveris. (s. III).
  4. San PATAPIO, ermitaño. De la Tebaida nativo. Y enterrado en Constantinopla. (s. VI).
  5. San ROMARICO, abada. En Burgundia, Francia. Siendo de condición nobiliar se retiró de la vida de la corte para ir al monasterio de Luxeuil, y después fundaría un cenobio en una propiedad suya. (653).
  6. San TEOBALDO de MARLY, abada. En la región de París. Cisterciense. Prestaba los más humildes servicios a sus hermanos.
  7. San NADAL CHABANEL, presbítero. En Ontario, Canadá. Jesuita. Hizo voto de permanecer en la tierra de los indios hurones hasta el final. Durante una caminata, un apóstata que iba con él lo mató. (1649).
  8. Beato JOSÉ MARÍA ZABAL BLASCO, mártir. En Paterna. Padre de familia martirizado por su fe durante la persecución religiosa en España. (1936).
  9. Beato LUIS LIGUDA, presbítero y mártir. En el campo de concentración de Dachau. Al ser invadida Polonia por los nazis fue enviado a ese campo donde fue cruelmente asesinado mientras confesaba su fe en Cristo. (1942).

Hoy destacamos a:

SANTA NARCISA DE JESÚS MARITLLO MORÁN, virgen.

Nació en 1832 en un pueblo pequeño de Ecuador en el seno de una familia numerosa campesina, con pocos recursos, pero con mucha fe.

Pronto aprendió a coser, leer y escribir. Sus padres fallecieron pronto.

En esta situación de orfandad, se trasladó, con 18 años, a la capital, a Guayaquil, a casa de unos parientes donde se ganó la vida como costurera.

De temperamento alegre, le gustaba cantar y tocar la guitarra, y se hacía querer de todos.

Había leído de niña la vida de la penitente Mariana de Jesús, una laica muy mortificada de Quito que fue su referente continuo. Aspiraba a una vida de oración y sacrificio por lo que buscaba una orientación adecuada. Quiso independizarse para vivir sola y llevar la vida que deseaba recogimiento y piedad.

Acompañó a su confesor y director espiritual hasta la muerte de éste. Al regresar a la capital siguió viviendo con pequeños trabajos y llevando una vida de mucho sacrificio.

En 1868 parte hacia Perú para ponerse bajo la guía espiritual del padre franciscano Pedro Gual. Allí le acogieron en el monasterio del Patrocinio que era un “beaterio” de mujeres piadosas dedicadas a la vida espiritual como terciarias dominicas. Para pagar la mensualidad hacía trabajos de costura y era ayudada por una benefactora.

No se hizo religiosa. Pero permaneció en el estado laical habiéndose consagrado privadamente a vivir en pobreza, castidad y obediencia. En la celda del beaterio permaneció los últimos meses de su vida. Sólo salía por estricta necesidad. Quiso vivir olvidada de todos.