Hoy, 4 de septiembre, la Iglesia celebra a:

by AdminObra
  1. San MOISÉS, profeta. Murió en el Monte Nebo, Moab.
  2. San MARCELO, mártir. Châlons-sur-Saone, Galia Lugdunense. (s. III).
  3. San BONIFACIO I, papa. Roma. Trabajó por solucionar muchas controversias sobre disciplina eclesiástica. (422).
  4. San CALETRICO, obispo. Chartres. (573).
  5. Santa IDA, viuda. Heresfeld, Sajonia. Viuda del duque Ecberto, insigne por su asidua oración y caridad para con los pobres. (825).
  6. Santa IRMGARDA, condesa. Colonia. Usó sus bienes en la construcción de iglesias. (1089).
  7. Santa ROSALÍA, virgen. Palermo. Practicó la vida solitaria en el monte Pellegrino. (s. XII).
  8. Beata CATALINA MATTEI, virgen. Piamonte. Religiosa de las Hermanas de Penitencia de Santo Domingo, que, viviendo con una salud precaria, soportó con admirable caridad y abundancia de virtudes las calumnias humanas y todo tipo de tentaciones. (1547).
  9. Beato ESCIPIÓN JERÓNIMO BRIGÉAT de LAMBERT, presbítero y mártir. Rochefort. Siendo canónigo de la diócesis de Avranches, durante la Revolución Francesa, fue encerrado en una nave donde murió de hambre. (1794).
  10. Beato JOSÉ PASCUAL CARDA SAPORTA, presbítero y mártir. Castellón. Operario Diocesano. Matado por odio a la fe. (1936).
  11. Beato FRANCISCO SENDRA IVARS, presbítero y mártir. Alicante. Matado por odio a la fe. (1936).
  12. Beato BERNARDO LEDA GRAU, religioso y mártir. Valencia. Capuchino. Matado por odio a la fe. (1936).

 

Hoy destacamos especialmente a BEATA MARÍA de SANTA CECILIA ROMANA BÉLANGER

Nació en 1890, en Quebec, Canadá.

Fue educada de niña en el colegio de religiosas de la Congregación de Nuestra Señora.

Estuvo en el internado de Bellevue y, de regreso a su casa en 1913, manifestó su deseo de abrazar la vida religiosa.

Entre 1916 y 1918 permaneció en Nueva York completando estudios de música y residiendo con las religiosas de Jesús y María y, de nuevo en Quebec, solicitó ingresar en esta congregación, en la que adoptó el nombre con la que se le conoce de religión, por su afición a la música.

Llevó una vida santa, adornada con frecuentes gracias místicas, como ella misma dejó escrito.

Su salud nunca fue buena.

Padeció tuberculosis pulmonar que se agravó en 1929 llevándola a la muerte.