- San TÍQUICO, discípulo de San Pablo.
- San TORPETES, mártir. En Pisa. (s. inc.).
- San SEVERO, obispo. En Nápoles. San Ambrosio lo admiró como a un verdadero hermano, y su grey como a un padre. (409).
- San ACARDO, obispo. En Normandía. Abad durante el tiempo de San Víctor de París, escribió varios tratados de vida espiritual a fin de conducir el alma cristiana a la perfección, y al fallecer fue enterrado en la abadía premostratense de La Lucerne-d’Outremer.
- San ANTONIO KIM SONG-U, mártir. En Seúl. Solía reunir en su casa a varios fieles hasta que, encerrado en prisión, por su fe, fue ejecutado por estrangulación. (1841).
Hoy recordamos especialmente a SAN HUGO DE CLUNY
El sexto abad de Cluny, Hugo el Grande, pertenecía a la aristocracia de Borgoña.
Nació en 1204 y, después de frecuentar la escuela catedralicia de Auxerre, decidió entrar en el monasterio de Cluny.
En 1047 fue designado prior y en 1049 lo eligieron abad. Gobernó santamente su cenobio durante sesenta y un años, mostrándose entregado a las limosnas y a la oración; manteniendo y promoviendo la disciplina monástica, y mostrándose atento a las necesidades de la Iglesia. Fue la época de mayor apogeo de Cluny.
El abad San Hugo fue un gran defensor del papado en un momento tan difícil como fue la época de la lucha de las investiduras.
Mantuvo también estrechas relaciones con el Imperio, a la vez que favoreció las reformas del papa Gregorio VII.
Como verdadero benedictino, promovió la perfección litúrgica. Introdujo la práctica actual de cantar el “Veni Creator” en la hora Tercia, durante el tiempo de Pentecostés.
Cuando, a los 85 años, comprendió que se acercaba el final de su vida, recibió el viático, se despidió de los monjes y pidió lo transportasen a la iglesia. Murió tendido sobre saco, cubierto de ceniza en 1109.