- Santas mujeres MARÍA de CLEOFÁS y MARÍA SALOMÉ. En Jerusalén. Que, junto con María Magdalena, al amanecer del día de Pascua, se dirigieron al sepulcro del Señor para ungir su Cuerpo y allí recibieron el primer anuncio de la Resurrección.
- San ALEJANDRO, mártir. En Lyon, Galia. Tres días después de la pasión de San Epipodio, fue sacado de la cárcel, azotado y clavado en una cruz hasta morir. (178).
- San ANTIMO, obispo y mártir, y COMPAÑEROS MÁRTIRES. En Nicomedia. Antimio, por confesar a Cristo, recibió el martirio al ser decapitado, y de la multitud de fieles de su grey, unos fueron decapitados, otros quemados vivos y los restantes llevados a alta mar en pequeñas embarcaciones para ser ahogados. (303).
- San GREGORIO, obispo. En Elvira, Hispania Bética. Cuya obra titulada “Sobre la fe” fue alabada por San Jéronimo. (s. IV).
- San DEODATO, diácono y abad. En Blois, Galia Lugdunense. Después de llevar una vida de anacoreta, fue guía de un grupo de discípulos que en este lugar se habían reunido en torno a él. (s. VI).
- San MELITO, obispo. En Cantorbery. Enviado a Inglaterra por el papa San Gregorio Magno como abad. Fue ordenado allí obispo de los sajones orientales por San Agustín, y finalmente, tras sufrir muchas tribulaciones, accedió al episcopado de Cantorbery. (624).
- San WILFRIDO, obispo. En York. Durante cuarenta y cinco años ejerció con gran empeño su ministerio, y obligado a ceder su sede, terminó en paz sus días entre los monjes de Ripon, de quienes fue abad durante un tiempo. (709).
- San EGBERTO, presbítero y monje. En la isla de Iona, Escocia. Se ocupó de evangelizar varias regiones de Europa y, ya anciano, reconcilió a los monjes de Iona con el uso romano del cómputo pascual. (729).
- San GUILLERMO FIRMATO, eremita. En Normandía. Canónigo y médico en Tours. Tras una peregrinación a Tierra Santa se retiró a la soledad hasta su muerte. (1103).
- Santa MARÍA de SANTA EUFRASIA PELLETIER, virgen. En Angers, Francia. Para acoger piadosamente a las mujeres de vida descarriada que ella denominaba “magdalenas”, fundó el Instituto de Hermanas del Buen Pastor. (1868).
- San BENITO MENNI, presbítero. En Dinan, Francia. Fundó la Congregación de Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. (1941).
- Beata MARÍA ELISABET HESSELBALD, virgen. En Roma. Nació en Suecia. Tras haber prestado servicio durante largo tiempo en un hospital, reformó la Orden de Santa Brígida, dedicándose a la contemplación, a la caridad para con los más necesitados y a la unidad de los cristianos. (1957).
Hoy recordamos especialmente a SAN FIDEL DE SIGMARINGA
Markus Roy nació en 1578 en Sigmaringa, Alemania.
Quinto de seis hermanos en una familia de buena situación económica y social.
Fue educado en la fe católica. Con muestras de buena inteligencia desde niño, lo llevaron a estudiar a la universidad de Friburgo de Brisgovia, donde cursó humanidades, filosofía y leyes.
En 1591 murió su padre, y sufriría mucho con el segundo matrimonio de su madre.
En 1604, cuando todavía no había concluido sus estudios, fue enviado como guía de un grupo de estudiantes universitarios de familias nobles que querían completar su educación en distintas ciudades de Flandes, Francia e Italia.
A su regreso, en 1611, se doctoró en derecho canónico y civil. Se estableció en Austria, abrió un estudio de abogacía y fue nombrado asesor del Tribunal Supremo. Se destacó por su exquisita honestidad y por el amor a los pobres, a los que daba a veces hasta los vestidos que llevaba puestos.
El pueblo le llamaba el “abogado de los pobres”. comenzó a percibir vocación a la vida religiosa.
En 1612 pidió el ingreso en los Hermanos Menores Capuchinos, recibiendo la ordenación, previamente, de presbítero. Ingresó en el noviciado de Friburgo, donde recibió el nombre de FIDEL. Antes de emitir sus votos, hizo testamento en el que fundaba becas para estudiantes católicos pobres.
Ejerció con gran éxito su ministerio de predicación en el convento de Altdorf, y fue nombrado guardián del de Rheinfelden. Lo trasladarían, después, al de Fledkirch, donde lograría muchas conversiones al catolicismo.
En 1620 pasaría a dirigir el convento de Friburgo, pero un año después regresó a Feldkirch. En esta ciudad asistiría a los soldados víctimas de una epidemia, sin importarle el contagio.
Para apoyar la reforma católica frente al protestantismo, redactó algunos escritos. Con este fin, fue enviado como misionero a la región de Prättigau. En una época de fuertes tensiones políticas y religiosas, sabía que corría el riesgo de ser martirizado. Pero, dedicado a la oración y a la predicación, iba consiguiendo numerosas adhesiones a la fe.
Los éxitos obtenidos por su oración y su celo encolerizaron a sus adversarios, que excitaron a los campesinos contra él. Al enterarse de ello, San Fidel pasó varias noches en oración.
Al celebrar misas subió al púlpito para predicar en la iglesia de Grüsch, y al terminar su sermón tuvo una fuerte experiencia mística, en 1622. Allí recibió la experiencia mística de ir a Seewis. Aquí se había armado un tumulto entre los oyentes e incluso alguien disparó contra él, pero sin alcanzarle. Un protestante le ofreció su casa para protegerse. Pero quiso volver a Grüsch.
Apenas comenzó el camino fue atacado por un grupo armado que le exigieron que abjurase de la fe católica, a lo que se negó, por lo que fue muerto a puñaladas. Era 1622.