Hoy, 23 de abril, la Iglesia celebra a:

by AdminObra
  1. San EULOGIO, obispo. En Edesa, Siria. (387).
  2. San JORGE, mártir y soldado. Lidda, Palestina. (s. IV).
  3. San MAROLO, obispo. En Milán. Amigo del papa San Inocencio. (s. V).
  4. San GERARDO, obispo. En Lotaringia, Francia. Durante treinta y un años legisló sabiamente para la ciudad, atendió a los pobres, intercedió por el pueblo con ayunos y plegarias en tiempo de peste, dedicó la Catedral y ayudó a los monasterios con bienes materiales y con la instrucción de los discípulos. (994).
  5. San ADALBERTO, obispo y mártir. En Praga. Aguantó dificultades en bien de aquella iglesia, y por Cristo llevó a cabo muchos viajes, trabajando para extirpar costumbres paganas, aunque ante el poco fruto obtenido se dirigió a Roma, donde se hizo monje. vuelto al fin a Polonia, e intentando atraer a la fe a los prusianos, fue asesinado por unos paganos, junto al golfo de Gdansk. (997).
  6. San JORGE, obispo. En Cerdeña. (1117).
  7. Beato EGIDIO de ASÍS, religioso. En Umbría, Italia. Franciscano. Compañero de San Francisco. Mostró una fe intrépida, y una gran simplicidad. (1262).
  8. Beata ELENA VALENTINI, viuda. En Venecia. Para servir a Dios, abrazó la Orden seglar de San Agustín, y se distinguió por la oración, la lectura del Evangelio y las obras de misericordia. (1458).
  9. Beata MARÍA GABRIELA SAGHEDDU, virgen. En Roma. Murió a los veinticinco años tras haber ofrecido generosamente su vida por la unión de los cristianos. (1939).

 

Hoy recordamos especialmente a la Beata TERESA MARÍA de la CRUZ MANETTI

Teresa Adelaida Cesina Manetti nació de humilde familia en San Martino, en Campo Bisenzio (Florencia-Italia), el 2 de marzo de 1846. Familiarmente todos le llamaban todos «Bettina». Muy pronto quedó huérfana de padre y conoció lo dura que era la vida. A pesar de ello, ayudaba a los pobres privándose hasta de lo más necesario.

En 1872, junto con otras compañeras, se retiró a una casita de campo y allí «oraban, trabajaban y reunían a algunas jóvenes para educarlas con buenas lecturas y enseñarles la doctrina cristiana». En 1876 fueron admitidas a la tercera Orden del Carmen Teresiano y cambió su nombre por el de Teresa María de la Cruz. El 1877 recibió las primeras huérfanas, cuyo número fue creciendo día a día. Aquellas niñas abandonadas eran «su mejor tesoro». En 1885 se agregaron a la Orden de Carmen Descalzo, y tres años más tarde visten el hábito las primeras 27 religiosas. El 27 de febrero de 1904 el papa Pío X aprobaba el Instituto con el nombre de «Terciarias carmelitas de Santa Teresa». Madre Teresa María vio con gran alegría extenderse el Instituto hasta Siria y el Monte Carmelo de Palestina.

Tuvo siempre muy poca salud y también su espíritu fue duramente probado, por ello le cuadraba muy bien su sobrenombre «de la cruz». Recorrió valientemente su «calvario», y con frecuencia decía: «Tritúrame, Señor, exprímeme hasta la última gota». Su caridad no tenía Iímites; se entregaba a todos y en todo, olvidándose siempre de sí misma. EI obispo Andrés Casullo. que la conocía bien a fondo, afirmaba de ella: «Se desvivía por hacer el bien». Después de pasar por noches oscurísimas de su alma, preparada por la gracia, le llegó la muerte en su mismo pueblo natal en abril de 1910, mientras repetía una vez más «Oh Jesús mío, sí quiero padecer más…» Y murmuraba extática: «¡Está abierto!… ya voy».