- San ZEFERINO, papa. El cual gobernó la Iglesia durante 18 años. (218).
- San LIBERAL, mártir. En Roma. Fue cónsul. (s. inc.).
- San FILOGONIO, obispo. En Antioquía de Siria. Siendo abogado fue llamado a regir esta diócesis, y junto con el obispo san Alejandro y demás compañeros fue el primero en luchar contra Arrio por la fe católica, tras lo cual descansó en el Señor lleno de méritos. (324).
- San URSICINO, eremita. Actual Suiza. Discípulo de San Columbano. Llevó una vida eremítica en soledad, y después de ser descubierto animó a muchos a llevar este género de vida. (620).
- Beato VICENTE ROMANO, presbítero. En Nápoles. Siendo párroco se dedicó esforzadamente a la educación de los niños y a las necesidades de los obreros y pescadores. (1831).
- Beato MIGUEL PIASCZYNSKI, presbítero y mártir, en el campo de concentración de Sachsenhuse, Alemania. Polaco de origen. Encarcelado por su fe, y por su condición de sacerdote católico. Después de los tormentos que padeció, falleció. (1940).
Hoy destacamos a SANTO DOMINGO DE SILOS
Nació en Cañas, Navarra, a comienzos del siglo XI. Fue pastor durante su primera juventud y, deseoso de consagrarse a Dios, le dedicaron como clérigo al servicio del sacerdote de la parroquia, con el que hizo algunos estudios de Sagrada Escritura y de los Santos Padres.
Es posible que estudiara teología en Nájera, y el obispo de esta diócesis le ordenó presbítero.
Después de una experiencia como ermitaño, decidió ingresar en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla, donde completó su formación intelectual y fue maestro de los jóvenes que se educaban en el monasterio.
Fue nombrado prior del de Santa María de Cañas, que se encontraba en estado lamentable. Von virtud y esfuerzo, pudo restaurarlo. Terminada esta misión, en 1038, lo eligieron prior del monasterio de San Millán.
Al negarse a entregar a Don García, hijo del rey Sancho de Navarra, una contribución excesiva que solicitaba al monasterio, encolerizado el monarca consiguió éste que el abad lo depusiera, con lo que Domingo se desplazó hacia Castilla, donde el rey Fernando I le ofreció acogida y hospedaje, que él rechazó, retirándose a una ermita, en la que se dedicó a la oración.
En 1041, en el monasterio de San Sebastián de Silos estaba en completa decadencia, casi abandonado, y el rey encomendó a Domingo que lo restaurara, proponiéndole como abad. Edificó la iglesia, la sala capitular y el claustro, convirtiendo el monasterio en una verdadera joya de arte románico.
Pero la restauración´ fue no sólo material sino moral, pues se recuperó el nivel espiritual e intelectual.
Domingo vivió rodeado de gran fama de santidad y de milagros. Se ocupó de muchas obras de caridad, singularmente en el rescate de cristianos cautivos de los moros. Y consiguió convertir el monasterio en un centro de santidad, arte y cultura.
Cargado de fatigas y de trabajos, y de santidad, murió en 1073.