- San TEODOTO, mártir, en Tracia, actual Turquía. (s. III).
- San HIPACIO, obispo y mártir, en Gangres, actual Turquía, lapidado en un camino por los herejes novacianos, defensores de un rigorismo extremo. (325).
- San RUFO, en la Provenza francesa, considerado el primero que estuvo al frente de la comunidad cristiana de este lugar. (s. IV).
- San LORENZO O`TOOLE, obispo, Dublín. Que entre las dificultades de su tiempo promovió valerosamente la disciplina regular de la Iglesia, procuró poner paz enter los príncipes y, finalmente, habiendo ido a visitar al Rey Enrique de Inglaterra, falleció. (1180).
- Santos NICOLÁS TAVELIC, DEODATO ARIBERT, ESTEBAN CÚNEO y PEDRO NARBONE, presbíteros de la Orden de Hermanos Menores y mártires, que por predicar la fe cristiana a los sarracenos fueron quemados vivo en Jerusalén. (1391).
- San ESTEBAN TEODORO CUÉNOT, obispo de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París, en la Cochinchina, hoy Vietnam. Tras veinticinco años de duros trabajos, durante la persecución feroz del Emperador Tu Duc fue arrojado a una cuadra de elefantes, donde murió agotado de sufrimientos.
Hoy destacamos a:
San SERAPIO, nació en Londres en 1179, hijo de un capitán gentilhombre de la Corte de Enrique II Plantagenet. Acompañó a su padre a la que fue la III Cruzada con Ricardo Corazón de León. A la vuelta, cayeron prisioneros del duque de Austria. El rey y su padre obtuvieron la libertad, pero Serapio quedó preso. En Austria se dedicó a hacer obras de caridad, y se enroló en el ejército que iba a ayudar a Alfonso VIII de Castilla en su lucha contra los moros. Pero la tropa llegó tarde, una vez finalizada la Batalla de las Navas de Tolosa. Se quedó al servicio del rey castellano. Cuando éste murió, regresó a Austria, y participó en la V Cruzada.
Desde Austria, acompañó a la princesa Beatriz de Suabia que iba a contraer matrimonio con el Rey Fernando III el Santo. De camino, en Daroca, conoció a San Pedro Nolasco y conoció la gran obra en la que el santo estaba empeñándose: liberar cautivos de tierras de moros. Sintiéndose atraído por esta empresa se hizo mercedario.
Realizó varios viajes para rescatar presos cristianos. Viajó a Londres, su tierra natal, para explicar esta nueva obra de misericordia que había nacido en la Iglesia.
De nuevo en España, partió a Argel para rescatar nuevos cautivos. Allí fue apresado y martirizado, crucificándolo en forma de aspa, le cortaron todas las coyunturas y le sacaron las entrañas.