- Santos NEREO y AQUILES, mártires. Dos jóvenes que se habían enrolado como soldados y que, coaccionados por el miedo, estaban dispuestos a obedecer las órdenes impías del magistrado. Sin embargo, después de convertirse al Dios verdadero, abandonaron el servicio y aceptaron el martirio. (s. III).
- San CIRILO, mártir. En Mesia, Rumania actual. Atormentado junto con otros seis compañeros. (s. III).
- San PANCRACIO, mártir. En Roma. Murió en plena adolescencia martirizado por su fe en Cristo. (s. IV).
- San EPIFANIO, obispo. En Salamina, Chipre. Sobresalió por su vasta erudición y conocimiento de las ciencias sagradas, y fue admirable por su santidad de vida, por su celosa defensa de la fe católica, por su generosidad para con los pobres y por su poder taumatúrgico. (403).
- San FELIPE, presbítero. En Sicilia. Nació en Tracia. (s. V).
- San MODOALDO, obispo. En Renania. Fundó y ornamentó varias iglesias y monasterios y constituyó diversas agrupaciones de vírgenes. Fue sepultado junto a su hermana Severa. (647).
- Santa RICTRUDIS, abadesa. En Cambray, Francia. Después de la violenta muerte de su esposo Adalbaldo, tomó el velo religioso por consejo de San Amando, y gobernó con gran acierto a sus monjas en el monasterio de Marchiennes. (688).
- San GERMÁN, obispo. En Constantinopla. Insigne por su doctrina y virtudes. Refutó con gran persuasión el edicto contra las imágenes sagradas promulgado por el emperador León Isáurico. (733).
- Beata IMELDA LAMBERTINI, virgen. En Bolonia. Aceptada desde muy pequeña como monja dominica, donde, siendo aún joven, después de haber recibido de modo admirable la Eucaristía, entregó su alma a Dios de inmediato. (1333).
- Beata JUANA, virgen. En Aveiro, Portugal. Hija del rey Alfonso V, que renunció a contraer matromonio en varias ocasiones y prefirió servir en la Orden de Predicadores e ingresar en el monasterio de Aveiro. Se convirtió, así, en refugio de pobres, huérfanos y viudas. (1490).
- Beato ÁLVARO del PORTILLO y DÍEZ de SOLANO, obispo. En Madrid. Después de trabajar en organismos oficiales en materia hidrográfica, por su condición de Doctor en Ingeniería de Caminos, se doctoraría en Filosofía y Letras. En 1935 se había incorporado al Opus Dei. En 1944 recibió la ordenación sacerdotal. En 1991 fue consagrado obispo, ya al frente de la Obra tras la muerte del fundador. Falleció santamente en 1994.
Hoy recordamos a SANTO DOMINGO de la CALZADA
Domingo nació en una familia campesina. Se dedicó primero al pastoreo, pero su mucha piedad le llevó a emprender la vida eremítica.
Luego decidió dedicarse a ayudar a los peregrinos que pasaba por La Rioja camino de Santiago de Compostela.
Más tarde, intentó sin éxito ser recibido en los monasterios benedictinos de Valvanera y San Millán de la Cogolla.
Al llegar a España como legado papal el cardenal San Gregorio de Ostia, se ofreció a ser su acompañante y servidor, y así lo hizo con gran satisfacción del cardenal.
Su piedad y su inteligencia se fueron formando con los ejemplos y enseñanzas del venerable obispo, y parece que incluso llegó a recibir la ordenación sacerdotal.
Sus desplazamientos con el obispo le hicieron comprender las dificultades que encontraban los peregrinos que se dirigían a la tumba del Apóstol.
Terminada la estancia española del cardenal en 1048, volvió Domingo a dedicarse al socorro de peregrinos. Pensó que era importante construir calzadas donde caminasen con mayor facilidad.
Construyó una ermita con una choza para su habitación, y desde ahí empendió los trabajos de reparación de caminos.
Construyó un puente sobre el Oja, que llamó La Calzada.
Con su trabajo y las limosnas que recogía, procuraba salir al paso de las necesidades de los peregrinos.
Pronto la choza se convirtió en un albergue de caminantes, y la ermita en una iglesia, a cuyo alrededor empezaron a surgir casas hasta formarse la ciudad que lleva el nombre del santo: Santo Domingo de La Calzada.
Después de una vida llena caridad, y prodigios como el de la gallina que cantó sobre una mesa, ya condimentada para ser comida, murió en 1090.