Hoy 10 de noviembre, la Iglesia celebra a…

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  1. El Tránsito de San DEMETRIANO, Obispo de Antioquía, deportado al destierro por el Rey Sapor (260).
  2. San ORESTES, mártir, en la actual Turquía. (Ss. III/IV).
  3. San PROBO, obispo, en Rávena, Italia. (Ss. III/IV).
  4. Santos NARSETES, obispo, anciano venerable, y JOSÉ, discípulo del anterior. Ambos decapitados por no querer adorar al sol, como les ordenó el Rey Sapor II. (343).
  5. San JUSTO, obispo, en Cantorbery, Inglaterra. Fue enviado a esta isla por el Papa San Gregorio Magno, juntamente con otros monjes, para ayudar a San Agustín en la evangelización de Inglaterra. (627).
  6. San ANDRÉS AVELINO, sacerdote, de la Orden de Clérigos Regulares Teatinos, en Nápoles. Brilló por su santidad y celo en procurar la salvación del prójimo. Hizo voto de avanzar cada día en virtudes. Falleció a consecuencia de un ataque cuando empezaba a celebrar la Santa Misa. (1608).
  7. Beato ACISCLO PINA PIAZUELO, religioso y mártir. Pertenecía a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Asesinado durante la persecución religiosa en Barcelona. (1936).

Destacamos a:

San LEÓN MAGNO, Papa. Mereció el sobrenombre de “Magno”, tanto por apacentar a su grey con prudente predicación cuanto por defender la ortodoxia católica sobre la Encarnación del Verbo, valientemente afirmada en el IV Concilio Ecuménico de Calcedonia, en el año 451, cuando los padres conciliares afirmaron en unión que “Pedro habló por boca de León”.

En su largo pontificado de 21 años, defendió la primacía romana como principio fundamental de la eclesiología católica; fue un verdadero pastor y un cabal hombre de gobierno, y luchó contra la labor destructiva de las sectas. Afirmó que la primacía de Roma no se basaba en el hecho de haber sido capital del Imperio sino en la sucesión apostólica de Pedro, Obispo de Roma y, como tal, cabeza de toda la Iglesia.

Consiguió que Atila no saquease Roma. El Papa San León fue en persona a encontrarse con él, y su elocuencia, bondad y majestad lograron que desistiese de su empeño destructivo. Sin embargo, no pudo evitar lo propio cuando el Rey Genserico, vándalo, devastó la ciudad.

Se conservan más de cien homilías y unas doscientas cartas suyas.