- Santos CAYO y ALEJANDRO, mártires. En Frigia, Turquía. Bajo el Imperio de Marco Antonino y Lucio Vero. (171).
- San VÍCTOR, mártir. En Túnez. (s. inc.).
- San MACARIO, obispo. En Jerusalén. Con su insistencia logró que los Santos Lugares fueran restaurados y enriquecidos con basílicas por el Emperador Constantino, el Grande, y por su madre Santa Elena. (325).
- San SIMPLICIO, papa. Roma. Mientras los bárbaros devastaban Italia, y Roma, confortó a los afligidos y fortaleció la unidad de la Iglesia. (483).
- San DROCTOVEO, abad. París. Puesto por su maestro San Germán de Autun al frente del cenobio de monjes establecido en esa ciudad. (580).
- San ATTALO, abad. Liguria, Italia. Cultivador de la vida cenobítica, se retiró primero al monasterio de Lérins y después al de Luxeuil, donde fue sucesor de San Columbano, brillando sobremanera por su celo y por su virtud de discernimiento. (626).
- Beata MARÍA EUGENIA MILLERET de BROU, virgen. En París. Fundadora de la
Congregación de la Asunción, para la educación cristiana de las niñas. (1898).
- Beato ELÍAS del SOCORRO NIEVES del CASTILLO, presbítero y mártir. Cortázar, México. Agustino. Fui fusilado por ser sacerdote. (1928).
Hoy recordamos especialmente a SAN JUAN OGILVIE
Nace Juan en familia noble, en Drum-na-Keith, Escocia,en 1579. su familia no era católica sino calvinista. Pero su padre cometió el ‘error’ de enviarlo a estudiar a Francia, Italia y Alemania. Esto ocurría cuando él tenía 13 años, y fue entonces que tuvo los primeros contactos con la Iglesia.
Se convirtió al catolicismo e ingresó al colegio escocés de Lovaina en 1596. De esa manera rompía con su ‘futuro brillante’ y también con su familia.
Entra al noviciado jesuita en 1599 y finalmente se ordena sacerdote en París en 1610. Después de tres años de ministerio en Ruán, obtiene el permiso para regresar a Gran Bretaña.
Se dedica al comercio de caballos; lo hace con el seudónimo de Juan Watson, y aparenta ser también un mercader de estas bestias. Desembarca en noviembre de 1613 en el puerto de Leith. Sabía que estaba poniendo en riesgo su vida y que, si era descubierto y capturado, el destino inevitable sería el patíbulo.
Centra su actividad en Renfrewshire, Edimburgo y Glasgow. Comienza a crecer la comunidad que tenía al sacerdote como centro: su celo lo hacía un imán de almas. Finalmente fue traicionado y arrestado en Glasgow, el 14 de octubre de 1614.
Lo torturaron, crueles interrogatorios tenían el fin de que develara a otros católicos. Le negaban el sueño, para llevarlo a la extenuación. Los juicios contra él se prolongaron por meses.
Uno de los puntos que más defendió ante los esbirros, fue la jurisdicción universal del Pontífice romano, inclusive en materia espiritual sobre el rey británico.
Escribió en latín un relato de su prisión, que consiguió hacer entregar a algunos católicos que habían ingresado a la cárcel.
Muere ahorcado el 10 de marzo de 1615, como traidor del rey. Pero no traicionó a Dios.