Hoy, 10 de diciembre, la Iglesia se celebra a:

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  1. Santa EULALIA, virgen y mártir. Mérida. Siendo aún joven no dudó en ofrecer su vida por confesar a Cristo. (304).
  2. San MAURO, mártir. En Roma. A quien el Papa San Dámaso celebra como un niño inocente. Los tormentos no lograron apartarlo de la fe. (s. IV).
  3. San GEMELO, mártir. En Ankara. (s. IV).
  4. San GREGORIO III, papa. Procuró la predicación a los germanos. Y, en contra de los iconoclastas de la Urge, adornó las iglesias con imágenes sagradas. (741).
  5. Santos EDMUNDO GENNINGS, presbítero, y SUINTINO WELLS, mártires los dos. En Londres. Durante el reinado de Isabel I fueron condenados a la pena capital, el primero por ser sacerdote, y el segundo por haberle hospedado. Colgados, fueron martirizados hasta la muerte. (1591).
  6. San JUAN ROBERTS, y Beato TOMÁS SOMERS, presbíteros y mártires. En Londres. El primero era benedictino. En tiempo de Jacobo I, fueron condenados por ser sacerdotes. Fueron ahorcados con otros 16, que eran ladrones. (1610).
  7. Beato MARCO ANTONIO DURANDO, presbítero. En Turín. Fundó las Hermanas de la Compañía de la Pasión de Jesús Nazareno, para cuidar enfermos y jóvenes abandonas. (1880).
  8. Beato GONZALO VIÑES MASIP, presbítero y mártir. En Valencia. (1936).
  9. Beatos ANTONIO MARTÍN HERNÁNDEZ y AGUSTÍN GARCÍA CALVO, presbítero, el primero, y mártires. En Valencia. De la Sociedad de San Francisco de Sales. (1936).

Hoy recordamos especialmente al Beato MARCO ANTONIO DURANDO

Nació el 22 de mayo de 1801, en Mondoví, en la ilustre familia de los Durando. Al revés que su madre, que era persona muy piadosa y que inspiró la religiosidad y la fe en el corazón de sus ocho hijos, el padre tenía ideas liberales y era de tendencia laica y agnóstica. Dos de los hijos, de manera especial, profesaron tales convicciones y se implicaron en los sucesos del Risorgimento italiano. Ocuparon puestos de relieve en la vida política y militar. Marco Antonio salió más a la madre. A los 15 años manifestó el deseo de marchar como misionero a China. Entró en la Congregación de la Misión, que por entonces se estaba reconstruyendo en Italia.

A los 18 años emitió los votos perpetuos y el 12 de junio de 1824 fue ordenado sacerdote. Durante cinco años permaneció en Casale Monferrato y después, desde 1829 hasta su muerte, en la casa de Turín, de la que fue superior dos años después de llegar. En lugar de ir a China, su destino fueron las misiones populares, en las que expresó la pasión misionera del anuncio de Cristo. En los años jóvenes de su primer sacerdocio, su dinamismo misionero fue absorbido por las misiones, que predicó en muchos pueblos del Piamonte. Huyendo de los extremismos, tanto del laxismo como del rigorismo jansenista, el padre Durando predicó la misericordia de Dios, atrayendo a las gentes a la conversión.

La preocupación por los pobres fue la otra cara de su pasión misionera. Poco después de haber sido elegido superior, intuyó la utilidad de introducir en Italia del norte a las Hijas de la Caridad, nacidas del carisma caritativo de san Vicente y de santa Luisa de Marillac. Éstas, tras haber sido dispersadas en la época de la revolución francesa, habían comenzado a reorganizarse. Las apariciones de la Medalla Milagrosa, en 1830, a santa Catalina Labouré, novicia de las Hijas de la Caridad, pueden considerarse como el origen del nuevo florecimiento que estaba experimentando esta comunidad. La inteligencia del padre Durando consistió en intuirlo. Las quiso en Piamonte. El rey Carlos Alberto, en 1833, las acogió y ellas comenzaron a tomar la responsabilidad de varios hospitales, tanto los militares de Turín y Génova, como los civiles de Carignano, Castellamonte y Turín. En 1855, tuvo el valor de enviarlas a la retaguardia de la guerra de Crimea para curar a los heridos. Al mismo tiempo difundió la asociación mariana de la Medalla Milagrosa entre las jóvenes y de ella nacieron nuevas vocaciones: en el breve espacio de diez años, surgieron 20 fundaciones e ingresaron 260 hermanas. El número de las vocaciones era tan desbordante que Carlos Alberto puso a su disposición, en 1837, el convento de san Salvario, en Turín.

En 1837, con apenas 36 años, fue nombrado visitador (o superior mayor) de la Provincia del norte de Italia de los misioneros vicencianos, cargo que ocupó durante 43 años ininterrumpidos, hasta su muerte. Por ello, tuvo que mermar su participación en las misiones. Su tiempo estuvo absorbido por la organización de la congregación de los misioneros vicencianos y la predicación de ejercicios espirituales a los sacerdotes y clérigos de la diócesis de Turín. La calidad de su dirección espiritual atrajo también la atención de las nuevas fundaciones que estaban surgiendo en Turín. El arzobispo, monseñor Fransoni, le confió la dirección de las hermanas de san José, llegadas a Italia recientemente. Contribuyó a la redacción de las reglas de las hermanas de santa Ana. Fue guía espiritual de las clarisas capuchinas del nuevo monasterio de santa Clara. La marquesa de Barolo, que había fundado un monasterio para la recuperación de las muchachas perdidas, las hermanas penitentes de santa Magdalena, deseó que fuese consejero en la redacción de las reglas y director de la obra. Sin embargo, la obra que lo caracteriza es la fundación de las hermanas Nazarenas.

El 21 de noviembre de 1865, fiesta de la Presentación de María, el padre Durando pudo confiar a la sierva de Dios, Luisa Borgiotti, las primeras postulantes de la nueva Compañía de la Pasión de Jesús Nazareno. El padre Durando murió el 10 de diciembre de 1880: tenía 79 años.