Con motivo de la Fiesta litúrgica de los Santo Cirilo y Metodio, copatronos de Europa, ofrecemos este breve extracto del ensayo del P. Santiago Cantera, O.S.B., Doctor en Historia, “La crisis de Occidente”, 2020, en una nueva edición. En esta obra, plagada de datos históricos, aunque en sentido estricto no es un libro o manual de Historia, se dedica a reflexionar, en base a esa cantidad de datos, sobre la esencialidad de la fe cristiana para la forja de Europa. No sólo se trataría de identificar Europa y Cristiandad, sino admitir que Europa nace gracias a la fe en Cristo.
“En el siglo IX se había constituido en Europa central la Gran Moravia como principal potencia eslava de la región. Su príncipe Ratislav (846-870) pidió al emperador bizantino Miguel III el envío de misioneros que instruyeran a su pueblo en la fe católica empleando su propio idioma. Los escogidos para esta tarea fueron dos hermanos: Constantino, quien luego cambiaría su nombre por el de Cirilo, y Metodio, hijos de un alto dignatario de la administración bizantina en Constantinopla. El primero era un intelectual y el segundo un monje también con buena formación. Los dos, junto con los sacerdotes y monjes bizantinos que les acompañaban, fueron muy bien acogidos por los moravos, a los que predicaron en su lengua desde su llegada en 867. Aquí resalta la gran labor cultural y evangélica de San Constantino-Cirilo, pues para ello compuso un alfabeto escrito que, a partir del griego y de otros orientales, se adecuase al alfabeto fonético eslavo, y éste fue el alfabeto “cirílico”, que hasta hoy siguen usando muchos pueblos eslavos. Asimismo, tradujo algunas lecturas de la Sagrada Escritura, en especial de los Evangelios, y echó los fundamentos también de la liturgia bizantina celebrada en lengua eslava (eslavónico eclesiástico). Ante las resistencias del clero germánico, el papa Adriano II llamó a comparecer a los dos hermanos en Roma y aprobó la solución de San Cirilo, quien murió en 869 tras profesar como monje en un monasterio romano (fue entonces cuando adoptó el nombre de Cirilo). San Metodio, por su parte, continuó la misión con el apoyo del papa, que le nombró arzobispo de Sirmio, hasta su muerte en 885.
A pesar de los sucesos religiosos y políticos que parecieron dar al traste con la obra de los hermanos a finales del siglo VIII y principios del IX, el refugio que la liturgia bizantina celebrada en lengua eslavónica y algunos discípulos de San Metodio hallaron en Bulgaria, donde el príncipe Boris había impulsado con la ayuda del papa la conversión del país, salvó su legado. Las dificultades surgidas después acabaron orientando a Bulgaria hacia la Cristiandad oriental greco-bizantina, aunque con la liturgia en eslavónico”.